sábado, 20 de marzo de 2021

Sergio Alipio Córdova Farfán/Marzo de 2021


 

LA MÁGICA HISTORIA DE CIELO

 

 

 Esta es la historia de CIELO, una niña que buscaba tener en sus manos la felicidad y estaba convencida de que podía atraparla, el problema era ¿Qué no sabía por dónde empezar?, peor aún nadie en su pueblo sabía el significado de aquella palabra. Un día discutió con JULIA su mejor amiga, porque le había contado a su mamá ELENA que no fue al colegio por andar buscando a la felicidad en el parque de diversiones, también se enojó con su madre porque le había regañado al enterarse de ello.

 Iba creciendo CIELO que ahora ya tenía 30 años, y decepcionada de la vida porque no pudo tener en sus manos a la felicidad, mucho menos entender su significado. Era madre soltera y vivía con su hijo llamado JULIO, tenía un trabajo estable, tenía aun a sus padres. Pero ella se sentía vacía. Un día caminando por le vereda a su trabajo encontró a un niño sentado, haciendo sus tareas de colegio y vendiendo sus mangos y ella se acerca y le pregunta:

 - ¿Cuál es tu nombre niño?, el niño responde: THOMAS

- ¿Eres feliz?, el niño agrega un rotundo ¡SI!

- ¿Por qué?, el niño le invita un mango, lo lava con agüita de su botella y le dice pruébalo.

- Mmm, muy agradable muchas gracias; pero aún no has respondido ¿Por qué eres feliz?, Thomas saca una crayola y un papel con un dibujo de su mochila y se lo regala.

 Cielo estaba confundida y no entendía la actitud del niño, muy apenada porque esperaba una respuesta concreta se despide de Thomas y le dice:

 - Pensé que me darías alguna señal para conocer la felicidad, entonces el niño muy contento lo mira fijamente a los ojos, le toma de la mano y agrega lo siguiente “Le acabo de responder tres veces a su pregunta”. Aquel día Cielo estuvo pensando todo el día en la frase que le había dicho el niño, y al llegar a su trabajo empezó a realizar su rutina de siempre; pero con un ligero cambio.

Antes de continuar explicando, permítanme contarles a que se dedicaba. Ella laboraba atendiendo a muchos clientes de una empresa y todos los días terminaba muchas veces con los ánimos del cliente.  En ese año la organización estaba pasando por un cuello de botella, es decir había muchos problemas que por ende no se tenía clientes amables, por el contrario, se sentía mucha vibra negativa creado por la situación que atravesaba no solo la empresa, sino todo un País.

 

Bueno; ahora si continúo contándoles en qué consistía el ligero cambio de rutina de Cielo, cada vez que atendía un cliente se pregunta si era feliz esa persona, por lo que terminaba asustada porque el cliente gritaba, la insultaba sin razón alguna y sin conocerla. Por el contrario, había excepciones donde el cliente salía con una sonrisa en el rostro acompañado de un ¡Muchas gracias señorita! Antes de despedirse. En ese entonces Cielo no pudo aguantar más la curiosidad y decidió preguntarle al último cliente del día, una ancianita de 90 años llamada Adela:

 

- Señora Adela, disculpe que sea atrevida con la siguiente pregunta, ¿Es usted una persona Feliz? y ella respondió:

- Si, señorita.

- Cielo añadió ¿Y por qué es feliz?, Adela le dice: “No lo sé” solo siento que tengo mucho por hacer y cuando termino, vuelvo a empezar otra vez.

- Cielo vuelve a preguntar ¿Tiene hijos?, Adela responde si, uno vive en Lima y mi otro hijo falleció en un accidente.

- Aun más confundida Cielo le dice, una última pregunta por favor; ¿Puede ayudarme y enseñarme la felicidad?, tengo mucho tiempo buscándola y no hay nadie que me lo haya mostrado.

- Adela se acerca a Cielo cuidadosamente y le da un abrazo, luego saca de su bolso una pequeña hoja de una planta llamada cucarda que aún mantenía su forma y le dice:

 

Te regalo esta hojita, fue un obsequio de mi hijo cuando era un niño y que acaba de fallecer el año pasado, él siempre decía que para muchos será una simple hoja; pero para mí representa ¡ESPERANZA!, mira el tiempo que tiene y aún no se rompe, mantiene su forma, el limbo, los nervios, el ápice, el pecíolo.  Cada vez que la veo, me hace sentir que soy esa hoja, me llena de vida y me hace entender que aún conservo mi esencia del ser. Cielo, en gratitud de tan hermosas palabras saca de su cartera el dibujo que el niño Thomas le había obsequiado y le dice:

 

- Por favor considere este detalle como un recuerdo de mi parte, lo encontré camino a mi trabajo; pero allí hay dos niños con una mamá y es algo parecido a su familia. De repente Adela se sorprende y se queda observando muy atentamente el dibujo, y empieza a cosquillear su mejía una lagrimita y le cuenta lo siguiente:

 

Thomas se llamaba mi hijo que se fue al paraíso con Dios, y este dibujo es el que me regaló para el día de la madre cuando estaba en su jardín, yo lo había perdido cuando me mudé a vivir aquí a Cajamarca, muchas gracias señorita. Al salir la señora Adela de la puerta principal, Cielo se había quedado sorprendida de lo ocurrido y salió corriendo pero a ver al niño Thomas, y no lo encontró. Por semanas pasaba por la misma vereda donde lo había conocido; pero nunca más volvió a verlo.

 

Lo que si les puedo decir, es que Cielo por fin pudo conocer la felicidad, se dio cuenta que en los pequeños detalles, puede estar una fuerza muy poderosa inexplicable; pero que está allí. Demostró al mundo que pudo tomar en sus manos a la palabra felicidad, una simple hoja para muchos, y todo un cambio de vida para ella.

 

 

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