Obituario en un pueblo de provincia
Ahí fueron a dar huesos y palabras
del poeta enamorado, su lentitud proverbial,
sus botas para caminar el monte, su sombrero.
Donde hubo savia hay una flor.
Donde hubo espinas hay un cántaro de vino.
El epitafio sobre la piedra
recuerda el galope de un centauro cimarrón.
No hay comentarios:
Publicar un comentario