miércoles, 21 de diciembre de 2011

Trinidad Aparicio-Barcelona, España/Diciembre de 2011

Soliloquio

Despierto melancólica. Dirijo la mirada hacia la ventana y a través de ella, observo unos negros nubarrones que pronostican lluvia. La falta de sol influye en mi ánimo y una profunda tristeza me embarga. Tardo en levantarme, estoy cansada.

Comenzó a llover.
Los días de lluvia, (vaya a saber por qué), fomentan mis ganas de escribir. Me  inspiran. Sé de mis limitaciones literarias, sé qué mi vocabulario no es fluido; pero me gusta escribir. Escribiendo, entablo conversación con mí otro "yo", con el que no siempre estoy de acuerdo. Hoy, desperté melancólica; pero no necesito preguntarme por qué. Soy consiente de que mi estado de ánimo se debe a ésta mi etapa otoñal, en la que mi organismo ya declina hacia la vejez. "No rehuyas a la realidad, - me dice el “yo”- es ley de vida; más te vale agradecer tu primavera y verano de la que no todos han podido gozar". Lo sé. Siempre consideré tener un sentido común relativamente sensato, pero eso no anula el irremediable miedo que siento por la vejez, ni deja de ser menos duro y difícil, aceptar que de a poco voy pasando a retiro.

Reflexiono.
 Recuerdos de toda índole, como palomitas de maíz, saltan en mi mente. Paso de la melancolía a la añoranza. Recuerdo cuando eufórica escribía por ejemplo: “Madrugo, presenciar el amanecer me fascina, lo que contemplo en este momento es de una belleza tal, que embelesada, disfruto plenamente este momento de éxtasis.” Maldigo profundamente no poseer un resorte mágico que uniese corazón y cabeza, para así saber coordinar mis sentimientos y darles vida en palabras.

Ni una sola nube mancha el color diáfano del cielo. La Luna, resplandeciente y ufana, en su fase menguante sólo se muestra a medias, y como posado sobre ella, brillando el Lucero, dan la imagen fantasiosa de jinete y corcel dorado, soberanos de la noche oscura, huyéndole al nuevo día. En el horizonte, la majestuosa araucaria y el arrogante ciprés, ya perfilan sus siluetas; y como agradeciendo mi presencia, los ciruelos en flor impregnan el aíre con su perfume.
Feliz, saludo: "¡Buen día poesía!"
Mas... no todos mis recuerdos son de felicidad; algunas vivencias han dejado sus cicatrices. He pasado por angustias y frustraciones, las que, en el momento de ser vividas, creí no poder superar. Fue la época en que el amor se había vuelto un objeto esquivo, llena de dolor y desesperación, quería huir. Mi cabeza estaba inmersa en  un  laberinto. Con el "yo" amigo, sostenía luchas internas tan confusas, que se hacía difícil saber que actitud seguir. ¿Optar por la sensata razón de la cabeza, o… por el resentimiento del corazón herido? Mí "yo", con mucha sicología preguntó: "¿Serías capaz de regresar sola  a casa, caminando de noche, desde algún lugar lejano y desconocido?” Medité la pregunta. Quizás -me dije- pero tendría  miedo a perderme en la oscuridad.
Con la respuesta encontré la salida del laberinto. Prevaleció la cordura.
Recuerdos felices, agradables, risueños, tristes, despedidas sin regreso, frustraciones, realizaciones... etcétera, etcétera. Todo este arco iris de sentimientos y recuerdos , forman parte de mi existir. Cada uno de ellos  ha dejado una experiencia y todos juntos van quedando atrás tal como voy descendiendo la escalera de mi Tiempo.

6 comentarios:

Sonia Cautiva dijo...

TRINIDAD , poeta amiga,
tu cuento inmerso en soledades y recuerdos, intenso, cruel a veces con la imagen me lleva a mi simple espejo. Pero a la inversa allí veo el renacer, las ganas de emprender y...vivir.
Un abrazo

Laura Beatriz Chiesa dijo...

Querida amiga: si bien, en el momento de nacer, ya está abierta la puerta a la partida, cuando se sienten los años o cuando los vemos en el espejo, ellos hablan en el silencio de las arrugas o los dolores.
Las experiencias acompañan, pero sus ecos son distintos. Muy bueno, te abraza,

Anónimo dijo...

que lindo escribes Trini!!!

recuerdos, nostalgias, melancolía,
y alegrías también.
Un arco iris de sentimientos y recuerdos como dices Trini.

Hermoso relato

Beso y abrazo y mi carño Jóse

abel espil dijo...

Hay Trinidad eres mas niña de lo que crees con este relato.
Fresco, claro , preciso, profundo,sin alemán presente ;dime porque no sales esta noche y vamos a tomar juntos un café muchacha de Barcelona.
Hay Trinidad que mujer madura y vivida... eres y serás.
Abel Espil

Anónimo dijo...

Un relato relato enternecedor y que hace pensar!!!! ¿pero quien elije las iljustraciones? me parece no acorde con la calidad del escrito

José Luis Ponce dijo...

Hermoso soliloquio o pensamiento en voz alta traslado al papel con la sencillez y maestría de Trinidad en comunicar sentimientos en sus relatos cortos, del que podemos sacar la conclusión de que en definitiva, lo importante de la vida es el camino y las experiencias y emociones que van pasando por nuestra andadura humana. Como la gota que nace en el mar, pasa a la nube, cae en el nacimiento de un rio en la alta montaña y al final, sabe que va a parar de nuevo al mar, la gota sabe que lo realmente emocionante es todo lo que va a ver y sentir en estos diferentes "caminos" o ciclos vitales por los que va a pasar y que cuando vuelva a su origen en el mar será un gota más sabia y madura, no obstante, como una gota algo rebelde ¡Trinidad a veces hecha de menos seguir siendo aquella delgada y pizpireta chiquilla que correteaba por los campos del pueblo de sus padres y abuelos, saltando entre las piedras del río y cogiendo fruta aún verde!