lunes, 23 de marzo de 2015

Nel Amaro/Marzo de 2015



Comentario bibliográfico de Nel Amaro a partir de la primera edición de “De mi mayor estigma (si mal no me equivoco):” de Rolando Revagliatti (Libros del Empedrado, Buenos Aires, la Argentina, 1993), publicado por entonces en una revista de España.


           Ya está aquí, ya llegó, ¡Rolando Revagliatti!, uno de los poetas “hermanos” al que se le espera, se esperan sus poemas, con ansiedad, pues sus libros no dejar lugar para el aburrimiento o la indiferencia, tremendamente densos, repletos de guiños, descaradamente anárquicos, jubilosamente eclécticos e iconoclásticos.

          “De mi mayor estima (si mal no me equivoco):” está en la línea de anteriores libros, y este poeta y dramaturgo, ampliamente conocido en España por su continuada presencia en revistas literarias (“P. O. E. M. A. S.”, “La Factoría Valenciana”, “Primacía”, “Aldea”, “Ráfagas”, etc.), no deja de hacer de las suyas con unos versos explosivos y que, tanto a diestro como a siniestro, reparten bromas pesadas y críticas durísimas en clave de mucha risa. Él entra a saco en los buenos modos poéticos, le pierde el respeto a rimas y leyendas y no le hace asco ninguno al terrorismo lingüístico, retorciéndole el alma y cuerpo a las palabras, para obtener unos resultados desmedidos y realmente plausibles.

          “¿jacinto, a usted le calza cómodo: alnado, ebrioso, donostiarra? ¿jefe militar alto? ¿paraninfo? / ¿usted calza, yessi?” (pág. 111), uno de los centenares de ejemplos de un Revagliatti díscolo, hacedor de juegos pirotécnicos enormemente efectivos y sinceros, pues no es de los que gasta la pólvora en salvas, sino que su ideología, su compromiso, comparecen de principio a final, en los más breves y en los más extensos poemas. Toma parte y partido por los suyos, sin necesidad de renunciar a una estética divertida, multicolorista y atrevida en su todo: “¿herpes, dónde? / ¿tropas, opio? / ¿de ocupación, de los pueblos?” (“tango para final”, pág. 106): producto de una de las mentes (creativas) más lúcidas de las que nos visitan. Torrencial y prolífico, sin peyorativismo por nuestra parte, todo lo contrario,  arremete contra los mitos y las mitomanías, prescindiendo de mayúsculas en sus poemas, esparce bacilos y bacterias gravemente contagiosas.

          Los próceres y engreídos pondrán distancia entre ellos y sus versos, para regocijo de Revagliatti y sus incondicionales, en lenta, pero imparable expansión y gracias a libros del calibre de éste, que cuenta con padrinos de la credibilidad de Huidobro u Oliverio Girondo, “si mal no me equivoco” (pág. 115). De mi mayor satisfacción leer lo más reciente de este autor, pues además, y como a él, también “me entonan los

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