lunes, 23 de noviembre de 2015

Isidoro Gómez Montenegro/Noviembre de 2015



Entrega

Cifro el Universo
en los soles de tus ojos,
en catacumbas modernas,
en estuarios.
Tus senos se mueven
al ritmo de tus pasos
en completo desamparo.
Tu cabello
se vuelve nido de anguilas.
Cuerpo ardiendo…
acimutal desierto de hoguera
visto desde el cielo.
Pisamos un alma viva
en luz breve;
culminación de nube
cargada de relámpagos.
Vasto silencio…
caen hojas devaluadas
de árboles detenidos
en afilados garfios de luna.
Morimos tantas veces
en cada despedida,
en los lechos de amor…
al cerrar una puerta,
en andenes,
en desgarrados rieles de cobre,
en el afecto nacido de una mirada.
Arrasada noche
por nuestro sentimiento.
En cada despedida
vencemos la penuria de la tarde
hilos de luz juegan con tu piel dormida
deseos complacidos,
orgasmos alcanzados en cada beso.
Hospedas la simiente a mis orillas desnudas,
dispersa en tierra frágil,
seca por rayos de sol y viento.
Convulso entre tus brazos
soy mar… arrecife
de afiladas rocas.
Encontramos la luz
acrisolo sonido, espuma.
Deshechas levitando
fragmentos húmedos…gotas.
Descansa el principio de tu cuerpo y
termina el mío.
Acabado como cera pálida
deletreo tu nombre en instantes…
soy sombra hospitalaria de amor.

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