jueves, 26 de abril de 2018

Marianela Puebla-Chile/Abril de 2018


FUIMOS


Nos fuimos quedando en silencio,
se nos perdió la voz tras un efímero sueño.
Fuimos, tal vez hace tiempo, quién sabe,
se rompió el eslabón que nos unía, el beso quedó titilando en el aire,
toda una gama de palabras, atrapadas en el laberinto
de la ausencia se apagaron lentamente sin un reclamo.
Una cortina de escrúpulos envolvió nuestros cuerpos desnudos
me sentí impúdica cubierta de harapos ante tus ojos
y me refugié bajo el sarcasmo de tu mirada
pero, la indiferencia  fue más fuerte  que la palabra lejanía.

Vivíamos en dos lugares equivocados,
dos mundos, dos ciudades, en nada se parecían.
Caminando a tientas, buscamos la silueta del olvido.
Golpeamos muchas veces las puertas comunicativas
sin embargo, nadie contestó, ni al primer ni último intento.

Y nos fuimos quedando sin voz, sin argumentos.
Una distancia insondable no nos permitió el roce
ni menos la mirada.
Y nos equilibrábamos enhiestos en la raya imaginada del horizonte
bajo un crepúsculo huraño derramando sangre
en una aurora  desconocida.

Fuimos tan así y de otra manera, momentos
burbujeante de abrazos y palabras alegres
llenaron tal vez  el espacio de nuestras vidas,
pero se apagaron lentamente en un cruce del sendero
y nuestros caminos quedaron formando
la silaba escrita en la piel del viento sin traducciones.

Levanto los brazos al infinito y pregunto
con voz seca por tanto llanto reprimido,
mas,
sin mencionar nada,  callo impedida  por el mundo silente
que circula nuestro espacio.

Ya no somos los mismo es cierto,
lo físico se desmoronó bajo la  suave mano del destino,
lo mental quedó circulando en las venas
ocultándose indeciso, si fuimos así, o es un sueño,
mejor pensamos, fuimos eso, un  puro amor de gaviotas
anidando en una playa que ya no existe.

Nos fuimos quedando en silencio,  sellamos las bocas
para no lanzar el grito, o el llanto,
y nos acostumbramos a conversar con las estrellas
en un cielo propio,  una noche ajena.

Ahora, un silente espacio nos rodea,
esperando el tren de la  última vía.
¿Quién me acompañará en este viaje?,
preguntas a las golondrinas que no se detienen,
y mirando las imágenes retratadas en el cristal,
repito para mí que ya es muy tarde…
Demasiado tarde…

1 comentario:

Anónimo dijo...

Muchas gracias estimada Graciela, besitos de Marianela.