lunes, 21 de marzo de 2011

Antonio Cristóbal Pourrere-Buenos Aires, Argentina/Marzo de 2011

APENAS CON EL ALMA

Enorme es el rodeo que nos deja la calma.
Reconocer la meta preparada,
trasladar la esperanza sin nombre conocido.
Una barcaza quieta
que se aplasta a la arena
con un dejo amarillo de tibieza.
Tengo ajadas las manos
de acariciar silencios.
La mirada recortada en el tiempo,
allí, detrás..., la juventud eterna
de haber creído cielos.
Orquídeas y esmeraldas, un deseo,
solo pétalos sueltos del pasado,
un reflejo de nubes.
Hoy sé que todo está,
transita y se transforma.
Caminos sugeridos...,
recorridos apenas con el alma.

Zulma Prina-Buenos Aires, Argentina/Marzo de 2011


Egregia geografía
Quiero con mi verso
abrazar el canto
desandar la nostalgia
sobre el temblor de la lágrima
beber las horas
dibujadas en la tarde
con la palidez de la espera
abordar el espacio
adorar la luna
la flor y las plazas
las veredas en otoño
con sus brazos desnudos
de pájaros y nidos
esparcir poemas
más allá de la luz
de los días salobres
de un abril amanecido
Quiero por fin
inundar de voces
la página en blanco
de esta mínima
egregia geografía...


Del libro  Geografía mínima

Rolando Revagliatti-Buenos Aires, Argentina/Marzo de 2011

Comida


Mediodía. En el centro del comedor, una mesa de fórmica de dimensiones regulares. Una silla, un sillón de mimbre, un combinado. Se oyen discos de 78 R.P.M. de Alberto Margal e Ignacio Corsini. Entra un poco de sol por una ventana exigua, sin cortinado. En las paredes, un crucifijo de aleación incierta, fotos de un niño serio y sonrientes personas mayores, y un calendario que estipula una fecha que no es. Adornos de cerámica y un cenicero de vidrio sobre el combinado, donde también se encuentra una lámpara sobre una carpetita de ñandutí.
Aparece el hombre desde la cocina. Viste una camisa blanca de manga corta con los dos botones superiores desabrochados y un pantalón beige demasiado grueso. Está calzado con chinelas y tiene colocado un delantal. Es flaco y alto en exceso, de nariz respingada y cabello castaño, largo y descuidado.
Trae un mantel celeste con el que cubre la tabla de la mesa y una servilleta haciendo juego, la cual acomoda. Se lo ve contento y en paz. Sale. Es pronunciado el aroma de una sopa especiosa.
Entra con una panera de plástico flexible con grisines malteados, manteca y sal que coloca sobre la mesa. Sale. Se lo oye silbar durante unos segundos.
Entra trayendo la frutera y un huevo duro sin descascarar en un platito. Sale.
Entra con las angarillas (y sus frascos con aceite y vinagre) y los cubiertos. Ubica los elementos sobria y aplicadamente. Elige el mejor sitio para cada cosa. Sale.
Entra con una mesita rodante sobre la que se halla una sopera con su cucharón, platos, una botella de un cuarto litro de vino blanco común, un sifón, una copa y un sacacorchos. Pone sobre la mesa el vino, la soda, la copa, el sacacorchos y un plato hondo. Sale.
Entra trayendo un plato con buñuelos de dulce de batata. Y una ensalada de apio y remolacha. Y un plato con queso rayado. Sale.
Entra ya sin el delantal trayendo mostaza, pickles, escarbadientes. Los coloca y reordena. Acerca su silla y se sienta.
Descascara el huevo, lo sala. Unta con manteca un grisín. Echa sal sobre ese grisín. Prepara la ensalada. Lustra una manzana. Descorcha la botella de vino. Se sirve vino. Sin soda. Se sirve la humeante sopa. Revuelve la sopa. Sopla el humito. Le echa queso. Vuelve a soplar. Le echa pedacitos de uno de los grisines de la panera. Revuelve. Pincha trocitos de apio.
El tenedor llega cerca de su boca pero no puede abrirla. Deja el tenedor en la ensaladera. Agrega un chorro de vinagre. Revuelve la ensalada.
Lleva el vaso de vino a sus labios. Estos no se entreabren. Se le vuelca vino. Deja el vaso en la mesa. Toma la servilleta, se limpia.
Toma el grisín con manteca y sal. Intenta morderlo. No puede. Va inquietándose. Deja el grisín en la mesa.
Toma el huevo duro. Procura morderlo. No puede. Se le tensan los brazos y las manos y los dedos. Deja el huevo en el platito. Toma el cuchillo. Corta el huevo en rodajas sobre la ensalada.
Toma el vaso de vino. No puede beberlo. Lo deja. Se contiene. Coloca el dedo mayor de su mano izquierda sobre la tapa agujereada del salero y lleva ese dedo, con algún grano de sal, hasta su lengua.
Procura que la cuchara con sopa se inserte en sus labios. Estos se abren pero no sus dientes. Tira la cuchara en el plato. Vuelca cosas al suelo, se sube a la mesa, toma el sifón, apunta el pico del sifón a su sien derecha y vigorosamente se dispara un chorro de soda.

Juan Eugenio Rodriguez-Marzo de 2011

Prólogo de Juan Eugenio Rodríguez para la cuarta edición soporte papel del poemario “PICTÓRICA” de Rolando Revagliatti, a reeditarse en 2011.



Vivir en el incendio que resta,  un movimiento de apertura.  Ir al encuentro de una mujer conmovedora sentada frente a mí  que me nombra.
La voz  poética, es esa otra voz en la muchacha de los bulevares del desnudo rojo,
en las nueve ninfas que danzan en el parnaso, en las meretrices del salón,  la voz del poeta invocando a la Virgen de la Escala  bella, bellísima y reímos juntos mientras la magia se pinta de blanco desnudo saltando corriendo, asaltando el blanco desnudo. Reímos. Me detengo y digo,

¡yo ya estuve aquí!
 
sombreros y bonetes, estrellitas erectas, franjitas erectas, Labios o peces de los arrabales, entonces sólo lo ajeno, lo extraño, me es posible.
Ella sigue allí, mujer conmovedora sentada frente a mí, un seno rubio despierto
frente a mí. En mí como sed, como otredad, como deseo.
Abres mis ojos, espíritu que no vives en ninguna forma. Reinas en el silencio
donde arden todas las formas.

Vivir
en el incendio
que resta

un artificio ante la fatalidad irremediable, un acto poético.

Pictórica

palabra en busca de la palabra.




Juan Eugenio Rodríguez
Febrero 2011





Ana Romano-Buenos Aires, Argentina/Marzo de 2011


Despegar

Procediendo de la noche
tenue
la vida

Gasas
mortecinas
en rasgadas
hebras

Parpadea

Se agita.

Loreto Silva-Chile/Marzo de 2011

En Santiago de Chile, al 27 de febrero del 2010.

Querido Fernando, deseo que tu ánimo se encuentre bien, por mi parte como acostumbro en eterna crisis existencial. Te preguntarás la finalidad de una misiva si nos veremos dentro de unas semanas;  he decidido escribirla para contarte acerca de los sentimientos inefables que han ido enraizándose en mi corazón y que ya afloran  en nuestros  silencios. Siempre has sido un hombre incapaz de expresarte en forma verbal en cuanto a la parte amorosa y sexual se refiere, mas no por ello me he sentido menos amada o deseada. También estoy consciente que hombres bondadosos e íntegros como tú hay pocos; y no dudo en que darías tu vida por mí  si fuese el caso. Es lamentable, pero a mí no me ocurre igual, sigo amándote, pero a la vez siento que me faltan temas para conversarte; todo se ha transformado en repeticiones, cada palabra que puedas decir ya la conozco, cada día que transcurre es infinito e idéntico al anterior;  estoy atrapada en esta cárcel de amor desgastado. Esto no lo notaba antes, quizá porque nuestros hijos siempre estaban allí y vivíamos en función de ellos; hoy,  solos de nuevo,  apareció este témpano de silencio o, lo que es peor,  una perorata, tuya o mía, cuyo destino es llenar esa oquedad, profunda, oscura, fría; que sabemos existe y no hemos querido o podido abordar.

Qué más puedo decirte, que aparte del cariño casi fraternal que por ti siento no encuentro otros puntos de afinidad, “es tarde ven a dormir”, me dices cuando en realidad deseas sexo. Me agradaría desear intimidad y sexo, sin embargo, me siento seca, sin nada que pueda entregar.  Las veces en que insisto en ir de compras o sólo a mirar vidrieras y tú, aquiescente, aceptas participar; “ya, yo te acompaño”  no te perdono el libro que siempre llevas y del cual levantas la vista lo indispensable; ya sé que no te interesa ir de compras y ¿sabes? a mí tampoco. Lo hago para estar juntos unos momentos, esperanzada en ver si la magia vuelve, no obstante, este amor huérfano no tiene hada madrina. ¿Es tan difícil entender que quiero un compañero de ruta?

No he sido la mejor esposa, las cosas que más te agradan a ti, no las puedo hacer o  las detesto y estoy consciente que a veces te agobio con mi afán de desmenuzar o controlar todo cuanto me ocurre o rodea…

Sigue siendo el mismo, así te conocí y sé que no puedes ser diferente. Esta carta es de despedida, quizá esto te sirva para encontrar una nueva compañera acorde a tus necesidades.  Nunca olvidaré los buenos momentos, los  nacimientos de nuestros hijos, su crianza, lo que construimos juntos… todo en pasado ¿te das cuenta?; y que yo, ahora, con el filo de una lapicera rasgo de manera irremediable.

                          Con afecto,  tu ex-esposa.


Mención de Honor en el 6º Certamen de Cartas de Amor de MisEscritos, Buenos Aires, Argentina- Dic / 2010

Stella Maris Taboro-San Jorge, Provincia de Santa Fe, Argentina/Marzo de 2011

 La leyenda del arco iris

En la verde colina que bañaba el río rueñuí , vivía un pueblo de tradiciones guerreras.
Desde pequeños, los niños eran educados para desarrollarse como excelentes soldados. Llegaban hasta el más gigante árbol de raíces musculosas que reventaban el suelo y allí practicaban con sus flechas .
La mujeres confeccionaban los trajes que debían llevar para protegerse en la competencia. Vale decir que toda la comunidad giraba en torno de una vida belicista.
Marcaban su frente con cruces rojas y maquillaban con círculos amarillos su mejillas .En su pecho una enorme estrella de color añil, los identificaba , como al pueblo de la colina junto al río. . Sus tobillos cubiertos por una débil rama con hojas verdes formando una pulsera. Construían sus flechas pintándolas de azul, salpicadas con lunares violetas.
No habita la paz en ellos. Siempre dispuestos a prepararse para la lucha ,las demás actividades carecían de valor .
Pero ocurrió un día , que desde el aire llegaron siete pájaros de luz y pusieron en sus picos el color de las cruces, el de los círculos que adornaban las mejillas, de la estrella que identificaba al pueblo, de las hojas rodeando los tobillos,de las flechas usadas en las prácticas guerreras . Los unieron en  pintando  una franja  en el cielo con siete colores, mientras tanto el pueblo al día siguiente amaneció riendo y cantando , entonando las más bellas notas de paz.
Desde entonces , cuando el arco iris luce en lo alto, todos sentimos que sus colores nos embeleza y se aquieta el alma ,alejándonos  por un instante , del momento que estamos viviendo.

Héctor Zabala-Buenos Aires, Argentina/Marzo de 2011

CADENA PERPETUA 

Cierta vez un escritor quiso terminar un cuento carcelario. Como no quedaba conforme con ningún final, abusando de la magia (porque también era brujo) se metió en su propia obra por si los personajes lo inspiraban un poco. 
Pero los personajes resultaron ser delincuentes de lo peor: en un descuido lo encerraron en la cárcel a perpetuidad mientras ellos escapaban del cuento. 

“Cadena perpetua” (minicuento): Finalista en el certamen internacional Microcuento En Rojo, del periódico Claridad. San Juan, Puerto Rico, 4 de noviembre de 2010.