sábado, 23 de junio de 2018

José Alexander González-Ecuador/Junio de 2018


ROMARIO, EL RATÓN VIOLINISTA

Esta es la historia de Romario, un ratoncito extremadamente extrovertido y alegre. Él vivía en el pequeño pueblo de Saõ Miguel, en Brasil. Romario cantaba y tocaba desde que era un travieso pequeñin. Cantaba cumbia, mientras su abuelita, Carmen Ratonila, le servía su sopita de medio día. Un día, cuando Romario era un jovencito de 12 años, su padre lo quiso enviar a Villa Clavel a que aprendiera el oficio de ser quesero, pero Romario a regañadientes le dijo a su papá: No... no... y no. Yo no quiero ser quesero ni tampoco carpintero, mucho menos zapatero. Lo que quiero es ser un ratoncito cumbiachero, que el violín sea mi único amigo, en mis alegrías, en mis tristezas y cuando las tartas de manzana del panadero de la calle "Quinta Ratona" se terminen. Asi fue como hasta hoy Romario le ha dado color y rumba a los lugares más tristes y algarabías a las caritas más desanimadas. Incluso hoy, cuando Romario es un viejito al que le gusta el té con galletas de avena. Siempre dice: Vamos a cantar... vamos a Bailar... que este Ratoncito Violinista los va hacer gozar y disfrutar.

Libertad Cermeño-México/Junio de 2018


LLEGASTE

Y llegaste tú, en el momento exacto, en el lugar exacto... ¡Tú y tu sonrisa! Y tu mirada, tu mirada llena de bondad, con esa luz, esa luz que atrae, esa luz que dice que esa personita "vale la pena", que no es como los demás, que es especial. Ese ¡No sé qué!...
Sólo recuerdo tus ojos y esa sonrisa, acompañados de la mano de esa frase que nunca olvidaré, recuerdo que te miré y pensé que eras tan guapo que dolía. Recuerdo que soy tuya desde ese mismo instante, te juro que entre ese instante y darme la vuelta, no recuerdo nada. Es como si ese instante, justo después de saber que me habías atrapado, me hubiera embullido y no recuerdo más. Como un corto circuito, un apagón, una muerte súbita, el final de un orgasmo, un big bang, seco en cada poro de mi piel. 
Eres una buena persona y créeme, el único símbolo de superioridad que conozco es la BONDAD y me da igual lo guapo que seas, me da igual lo bien que cantes, bailes, vuelas, hables o dibujes. Me da igual lo sexy, las mariposas, los "te hecho de menos", los te quiero, los "luces preciosa", los "contigo me caso", los errores...
Porque si eres buena persona, MI CORAZÓN ES TUYO.
No tengo mucho más para darte, pero te aseguro que es lo más grande y valioso que tengo. Te aseguro también que no se lo doy a cualquiera y te aseguro que si te lo doy no es para tener el tuyo a cambio. Es porque te veo, porque me importa tu felicidad, y porque me arriesgo a que me lo partas en MIL PEDAZOS.


Ezequiel Cámara-Argentina/Junio de 2018


YO

Yo: el que fui, el que fui, el que fui,
en distintos momentos
yo: en el tiempo
yo: en aquel que no conozco
yo: en el presente,
yo: disuelto, potenciado, vigoroso, olímpico,
yo, yo, yo, los distintos yo atravesando este
cuerpo, cuerpo que se empieza a cansar
cuerpo que se empieza a aplacar. Cuerpo que fue, cuerpo que se resiste, que resiste, que se confunde en el espejo
es un cuerpo, no es el mismo, muta.
en tiempo, tiempo, tiempo.
yo y el otro yo y el yo que no conozco
todos me cruzan en contradicciones.
Me construyo, me deconstruyo,
aprendo, desaprendo, renuncio
empieza otra etapa, y otra deconstrucción.
yo niño, yo adolescente, yo joven, yo adulto, yo viejo.
yo muerto, yo desintegrado, yo en polvo.
yo en la memoria de otros y otros en mi memoria de yo de otros yo que ya no están.
Yo hijo, yo hermano, yo estudiante, yo novio, yo amigo, yo militante. yo solo.