lunes, 21 de noviembre de 2011

Rosalba Pelle Mancuso-La Plata, Provincia de Buenos Aires, Argentina/Noviembre de 2011


VOLVERLO A VER
(Gabriela Mistral)

I
Con las fibras pequeñas del alma,
con los hilos que bordan
las luces del corazón,
así llegaste a mi vida
para devolverme la calma
de los lagos azules.

II
En los espacios de soledad,
aquellos en los cuales pude descansar
sobre mis propios restos
o intentar algún recurso para justificar la vida,
pensaba haber muerto.

Ahora, en las tardes lluviosas,
cuando muchas veces confundo las lágrimas del cielo
con mis propias lágrimas, lo pienso...
Yo, que no entendía del amor o de tantas risas,
que sólo era capaz de comprender la soledad o la tristeza
tiemblo, llanura extasiada,
primavera azul, ocre pampa arrasada.

Durante horas tan vacías,
en el correr de cuántas  alboradas
clamaba su presencia sin saber que aún rugía,
sin ver su rostro ni su estampa,
imaginando su voz en cualquier parte,
en el silencio demencial de los días solitarios.

Por eso hoy lo recuerdo como el primer día.
Ahora comprendo que en las noches,
aunque esté muy triste el cielo,
su luz existe, su luz vive.
Cuántas veces es la luz una mirada,
una sonrisa o el reflejo de cada una de  sus palabras...

Una de estas mañanas,
cuando el alba despierte suavemente
y el resplandor vagabundee por las paredes de mi cuarto,
lo pensaré corriendo por entre los árboles
jugando libremente con un dios.
Tal vez el crepúsculo
habrá justificado el cansancio de la tarde.

Y cuando anochezca,
mientras niños y bohemios vivan la muerte del día,
cuando todas las estrellas se asomen al escenario-cielo,
estaré esperándolo en el umbral de la noche,
estaré buscándolo entre el angustiante perfume de los nardos,
para que juntos vivamos al lucero
acorralado por el sol .

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