Miradas
en la escalera
Algún sábado a la tarde nos juntamos
con Luís mi primo, nos tomamos uno amargos, y cuando ya no sabemos más de qué
hablar, sacamos la caja de las fotos. Las de la escuela que son mis preferidas,
siempre las miro, miro los pibes, sus caras, me acuerdo de sus historias. Ésta
dice cuarto A, 1971.
Mirá che, dos banderas de papel adornaban los costados de la escalera, era la
que conducía al salón de actos de la escuela. De mármol de Carrara blanco, con
los bordes de los escalones gastados por las pisadas de tantos alumnos que
habían pasado por allí, entre ellos mis abuelos, mi padre, mis hermanos.
Los techos eran muy altos, las
galerías muy largas, la puerta que daba al hall central era de vidrio, ella
dejaba entrar la luz de la mañana y permitía acceder al patio. Allí estaban el
mástil y la campana.
Pero mirá vos! Este soy yo, Juan, El
Negro, de chico era más negro todavía, era el adoptado, el que vivía en la
calle cuarenta y siete, la de los jazmines de los naranjos silvestres. Qué te
voy a explicar a vos...
Acá está Carlita, ¿Te acordás Luís?
con ojos de niña grandes como para comerse el mundo, brillosos, espejados, un poco soñadores. De cabello con colitas al
viento, con delantal prolijo, zapatos gastados, pollera y medias hasta la
rodilla. Siempre al lado de Susana la de los anteojos, ¿La tenés presente?, era
la intelectual del grupo, hablaba sin parar.
Así aparecían en la foto escolar, mis
compañeros cada uno en su historia, las nenas con sus piernas juntas, con las
manos apoyadas sobre las mismas, femeninas, menos la gorda Gabriela que ocupaba
medio escalón, casi. Con sus piernas abiertas que se le venía la bombacha.
Durante años los varones del grado se seguían riendo de eso y la cargaban. Lo
malo no era que era gorda es que no era buena persona, ya desde chica no más.
Vaya a saber uno lo que fue de grande. No quiero ni enterarme!
De los chicos, me acuerdo de José
Luis que era vecino de Carlita, re-buen nene, compañero, hacían los deberes
juntos, en la casa de él a la hora de tomar la leche.
Él a la casa de ella no iba nunca.
No sé por qué.
Juan José es ese que salió con la
cabeza gacha, hoy es profe de historia, se comía los libros ya con nueve años
le contaba a la maestra los hechos de la segunda guerra mundial como quien
habla de los acontecimientos de su barrio. Era el hijo de padres separados,
como una marca que llevaba encima. Cada vez que reaccionaba mal, todos recordábamos
eso, como una condición que permitía sus actos.
También estaba Mario, recuerdo que
era muy bruto, pero era un buen pibe. Y Gerardo, el que jugaba en El Taladro, es
el único que mira para el costado,¿pero qué mira?, Ah! a Marisa que está en la escalera un poco más
abajo que él, acá a su izquierda, estaba muy enamorado, fijate cómo la miraba.
Mientras volvía la vista sobre Carlita
que seguía allí con sus ojos tristes, grandes como una ciruela, oscuros de
mirada dulce.
Siempre caída Carla, siempre estaba
seria. No sé bien, o no recuerdo ya a esta altura, qué era lo que le pasaba,
los padres no estaban separados, no, no. ¿La madre se había muerto? Tampoco. No
se, no me acuerdo bien qué le pasaba. Sé que tenía un problema familiar grave.
¿Vos Luís te acordás que le pasaba?
Claro vos estabas en el B, y nosotros éramos del A, por ahí ni sabés que pasó,
qué te vas a acordar...
Ahora que lo pienso un poco más, me
parece que tenía al padre enfermo. Si, si, era eso... nunca se supo bien de
qué, como de una enfermedad psiquiátrica, o algo así, vaya a saber uno.
Ah, si ahora me viene a la memoria
lo que pasó. Me voy acordando...
Venía triste a la escuela, con los
ojos llorosos de la noche anterior. Era miedosa, tímida, arrugaba enseguida cuando los chicos le
decían alguna cosa fuerte.
Si, si, hago memoria, me viene lo que pasó. Hasta salió
en el diario El Día la noticia.
Creo que intervino la policía, el
juez, no recuerdo bien.
Unos días después de que sacaron la
foto faltó por un tiempo a la escuela, mandaron la asistente social a la casa,
estaba cerrada, nadie respondía. Las autoridades ubicaron a sus abuelos, para saber bien qué había pasado,
éstos contaron que el padre de Carlita se había brotado, andá saber que mosca le picó
que se le chifló el moño, y entonces después de una crisis de nervios cuando
todos dormían, selló con cintas y diarios las hendijas de las puertas y ventanas
y abrió la llave del gas.
Menos mal que la madre se despertó
por el olor que había, se levantó, cerró el gas y llamó a sus hijos, después desesperada,
abrió las ventanas.
El padre seguía durmiendo. No se
despertaba, ni con los zamarreos fuertes del hijo mayor. Llamaron al vecino que era médico, éste
diagnosticó intoxicación y envenenamiento, aparentemente se sumó con un cierto
tipo de laudano con alcohol que había consumido Lo internaron. Se salvó.
Carlita tenía esa vida, siempre al
borde del abismo, a punto de caerse, o a punto de que la empujen, como para no
salir triste en la foto, era la más triste de todos. Estaba acompañada por la
muerte que la rondaba, a ella y a su
familia.
A punto de participar de un intento
de asesinato por su propio padre, que iba a tener ganas de aprender o de
estudiar, como no iba mirar así, con pesadumbre la vida. Igual nunca repitió.
Tenía los ojos del viejo, igualitos,
me lo acuerdo era un tipo pintón el loco, cuando iba a la escuela las maestras
lo miraban con ganas. Pero Carlita triste che, siempre igual la mirada pesada
que se le caía de angustia. Pero a la vez como que tenía esperanzas en la vida,
muy como en el fondo.
No la vi más. Se fue del barrio
cuando terminó la escuela. Qué habrá sido de ella en la vida, me gustaría saber,
te lo aseguro.
Mirá que la busqué por el barrio, en
internet. Me gustaría saber qué fue de ella, cómo se puede vivir después de
tanta cosa jodida, loca que le tocó como destino.
Mirame a mí, que a los cincuenta por
cumplir no sé quienes fueron mis verdaderos padres todavía.
Si los mirás en la foto es como que
en cada uno de los pibes encontrás la esencia de lo que eran, que quizás
conservarán a través del tiempo, andá a saber qué fue de ellos también.
¿Qué habrá hecho ella con esa angustia pesada, che?
¿Qué
habrá hecho?
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