jueves, 21 de abril de 2016

Keith Poppins (21 años)-Argentina/Abril de 2016



Relato de Navidad

"Pequeño relato tendiente a ilustrar lo frágil que es el hilo de la razón, entendida ésta en la universalidad de la cordura y la locura. Situado en épocas Navideñas"

Solíamos ser dos, no importa el donde, ni el cuándo, nos habituábamos a ser dos. Algunas veces, sobre todo cuando me alejaba de ella, hubiera deseado estar en su mente, hablo de estar dentro de su cabeza, en su pensar, en sus razones, ella me quiso, sin dudas lo escribo; imagínense, poder tener una vista a sus sentimientos, quizás ella, al igual que yo, sentía que aun estando lejos el uno del otro existía algo grande que nos unificaba. Pero como saberlo, hoy en día nadie se atreve ni a pensarlo, porque empiezan las dudas, y si se pudiera imagino sólo unos pocos valientes. Si se preguntan que hubiera hecho yo, les diré que no pertenecería a los pocos valientes, sobre todo porque me habría anticipado a que ella ya no me amaba.

Sucedió hace un año en la semana de navidad, lo recuerdo como quien inmortaliza una fecha, una canción o simplemente un libro. Añoro ese recuerdo y es tan valioso para mí que jamás tendré las agallas para poder arrancarlo de donde quiera que se encuentre alojado. Ella estaba tan preciosa, elegante como un diamante y furiosa como un huracán. No importan los pormenores de cómo fue que le hablé ni que dije o hice para conquistarla y se quedara los cuatro meses que duró nuestra relación, solo era mía. Me enamoré y me cuesta escribirlo ahora mismo, me cuesta en lágrimas y me cuesta en recuerdos, porque ya no me pertenece.
Empezaba a sentir como las grietas de mi cuerpo se llenaban de eso que muchas veces tuve miedo a nombrar: Amor. Muchos de ustedes saben que significa la palabra, algunos intentan desvalorizarla y tal vez tengan razón, otros la revalorizan cada día más y supongo que tienen sus razones. Yo me enamoré, me afiance a la idea de tener una novia y no es que no haya tenido una antes, solo que ella había podido hacerme sentir de otra manera, esta vez, de mi parte las cosas iban en serio.
Éramos idénticos; a ella no le gustaba el café, dejaba la luz del fregadero encendida las noches que yo no iba a su departamento y lo sé, porque es paralela a mí. A la mañana un tazón de té con tostadas es suficiente para él cuerpo. Sus colores favoritos varían, siempre varían, como épocas. Amar la naturaleza también nos unió, pasábamos muchos momentos al aire libre y eso dice mucho de nosotros. Que peculiaridad tan absurda que ambos odiemos las puertas abiertas de la casa, que como un trastorno obsesivo tengamos que tener siempre la calefacción en piloto. Ya no sé si hablo de mi o de ella.
Fueron meses tan difíciles para mí. El trabajo ayudo a no pensar demasiado, pero vamos, la fortaleza se derrumbaba al entrar a mi casa, ver los fantasmas rondando el living, la cocina, mi cama. Que difícil se me hizo desacostumbrarme al no verla más acostada en mi cama, desnuda y libre. Nunca pretendí que el sexo fuera esencial en la relación, sin embargo diré que hacerle el amor fue lo más fabuloso que he sentido en toda mi vida. Sentir en cada roce de su cuerpo con el mío, el prodigioso latido de su corazón, sentirme amado y dejarme sumergir en todo su infinito. ¿Alguna vez acariciaron una figura de porcelana? Ella se compara a eso.
La navidad llegó, y no sé muy bien qué tipo de magia tienen estas fechas que le hacen recordar a uno los momentos más felices y tristes de su vida. A mi parecer, este tipo de celebraciones, más allá de ser familiares y sobre todo alegres, funcionan como catarsis; Mi catarsis hoy, es tenerla nuevamente conmigo, conquistarla como sea que fuere, replantearme que quiero de mí para ella y por sobre todo las cosas amarla como no lo hice antes.
Después de las luces en el cielo, recorrí las calles y encontré su bar favorito. No dudé en entrar, tenía el leve presentimiento de que estaría allí. No me equivoqué.


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