La armónica leyenda de los hombres
Tensa el arco,
dispara contra los inviernos
las rapsodias que no podrán hundirse en el lodo.
Se aferra al gesto,
a las decisiones,
al número erróneo de impulsos,
a los bordes de la isla que era suya.
Reanuda su canción bajo la lluvia,
crece a la intemperie,
celebra cada tropiezo desmedido y cierto.
Más tarde se transfigura en distancia,
llanura inconquistada,
noción del rechazo.
Su tenacidad huye de la infancia y la fábula
para ser al poco tiempo lágrima desbordante,
memoria del primer instinto,
profundidad del roce.
Nos convence de que estamos obcecados
con la armónica leyenda de los hombres.
Quizás sea cierto su mensaje impostergable,
el rigor de la carne no lo niega,
ni lo afirma.
Quizás la muchedumbre vuelva a derrumbarse
ante las mismas mentiras que los sostiene.
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