Nuevas notas sobre poesía
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Lo hago sin remordimiento: negar tres veces el poema, antes de dejarlo decirse a sus anchas: bautismal, pecaminoso, impenitente.
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Un poema no es solamente el resultado de un procedimiento, como puede serlo la natación, una operación básica de matemáticas, o el aplicado boceto del cuerpo humano; en la escritura de un poema intervienen otros fenómenos, es decir que el lector se encuentra frente a manifestaciones que tienen la capacidad, con su sola presencia, con su solo influjo, de generar estímulos, de poner en actividad los sentidos. Por eso la poesía no es un trámite de oficio, de acrobacia o de destreza. Por eso nos inquieta la inminencia del poema que se insinúa, que amaga, que nos hace señas sin darse completamente, porque nos obliga a encontrarle la punta, el motivo de ser y decirse, y el guiño que ofrece nunca es del todo claro, suele ser soberbio y ladino, puede haber desvíos o falsas pistas, y de ese rastro endeble se multiplican los poemas truncos, los excesos, los ensayos fallidos.
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