miércoles, 2 de diciembre de 2009

Nélida Vschebor-Buenos Aires, Argentina/Diciembre de 2009



AMBIGÜEDAD


Traspasó el umbral pensando “vuelta a la rutina”. Volvía de unas merecidas vacaciones.

La casa estaba en extremo silenciosa. No le dio importancia, el cansancio pudo más. Repantigándose en el sofá quedó profundamente dormido.

El día amaneció espléndido, radiante. Siguiendo los pasos acostumbrados subió al coche camino a la oficina.

Le llamó la atención que el vecino, lo mirase sorprendido sin contestar su saludo.

La empresa está donde siempre, pensó, y riéndose de lo que consideró un exabrupto, entró en el edificio.

Don Marcos, el portero, lo detuvo preguntando quién era. Jorge quedó pasmado. Primero creyó que se trataba de una broma. Pero Marcos no era propenso al buen humor. Ya se estaba amoscando por la ridícula situación cuando apareció Lucrecia, la secretaria del jefe. Él la llamó, pero ella no dio visos de conocerlo. Del fastidio pasó al temor. ¿Qué sucedía? Iban llegando los compañeros de trabajo. Nadie se dirigió a él. Sólo el Sr. Martínez, jefe de su sección, alertado por Marcos, se le acercó.

En ese momento, Jorge no sabía si estaba soñando, si eran seres de otro planeta o si él mismo se había vuelto invisible.

Allá en Bahia presenció un ritual Banda, donde el pai, el hechicero, llenando de humo el aposento los indujo a un estado de ausencia, adormecimiento, alucinación. “Eso no fue nada comparado con lo que me sucede ahora”, pensó.

El Sr. Martínez le estaba hablando. Prestó atención y dijo su nombre. De la puerta trasera salió un joven a quien el jefe lo presentó como Jorge Ruiz. El mundo se desplomó sobre nuestro Jorge. Había sido suplantado. Pero ¿Cómo? Sobre la repisa del hall, estaba el espejo. Se miró. Y sí, era él. No cabía la menor duda.



Olvidado



Las volutas se enredan

disuelven desaparecen

El cigarro inerte

cuelga de mis labios

No persigas el halo

ni la imperdible sombra

que vaga al infinito

No indagues mis ojos

prendidos en recuerdos

Es apacible la noche

sin viento ni sonidos

Tres cuatro cinco espirales

se alejan danzando

En el humo de mi cigarro

había un pájaro perdido



2 comentarios:

Juan Caceres Quiroga dijo...

Tu poesia tiene un hermoso enfoque,
con metáforas llenas de misterio.
Gracias por compartirla.
JCQ_

Anónimo dijo...

Nélida: ambos trabajos me han gustado. "Ambigüedad" es muy ingenioso. Un saludo de Laura Beatriz Chiesa.