LA ILUSIÓN
Todos los viernes recibía un hermoso ramo de rosas amarillas.
_¿Quién te manda flores? _ preguntaban mis amigas.
Ante sus preguntas reía enigmática para mostrar mi alegría y disimular mi reserva.
Ya no era secreto para nadie. Sólo para mí.
Ese día mi sangre apremiaba mis venas. La duda y el temor de que no llegaran producían en mí sensaciones diferentes que no podía manejar.
Todo se calmaba cuando el timbre sonaba y al abrir, el ramo pasaba a mis manos.
Mas luego de un tiempo dejaron de llegar. Me invadió la tristeza.
Me había hecho adicta a ellas y ahora las extrañaba.
Habían sido el símbolo del afecto que necesitaba mi corazón triste y vacío de cariño.
¿Quién me las enviaba? ¿Por qué dejó de hacerlo?
Sólo pienso que era alguien que me amaba pero tuvo que partir.
Quizá regresará un día. Y cuando lo haga, el timbre sonará, y recibiré de sus propias manos las hermosas flores que tan sólo él sabrá elegir y regalarme.
1 comentario:
Marta: qué manejos tienen las cosas, cuando se vuelven esperables. La misma forma de todo aquello que nos brinda alegría, satisfacción o, aunque más no sea, un momento de tranquilidad. Me gustó, te saluda
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