VERANO
Se extiende
como una mancha
oblicua
en el mediodía
que arde
como un amante
impetuoso,
derrama
su insomnio
de grandes ojos
blancos
sobre el viejo
del parque
que otra vez
tendrá que
afrontar
una mala noche.
Alguien
impunemente
roba a otro
alguien
y la hora
se desliza
puntual
por el tobogán
que la cobija.
Hay un lento
moverse
en un sopor
que envuelve,
perdida la
conciencia
del estar y del
ser,
racimo
que cuelga
de la tarde,
fruto caído
que nadie
apetece.
Isla desierta
de su propio
abismo,
redención y
castigo.
Un pez
salta fuera del
agua
y el mundo se
paraliza.
Luego retornan
los ruidos,
las pasiones,
lo abyecto.
Lejos o cerca
hay un
paréntesis,
un resuello,
un esbozo de paz
que nadie ve
y todo prosigue
con la anticipada
monotonía
de un milagro
sin ocurrir,
pequeño sueño
que palpita
entre las manos
y que tal vez
algún día
alguien recogerá
como un pájaro
perdido.
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