La muerte
Le gusta jugar con uno. Llega cuando
menos se la espera aunque no sea bien recibida y nunca cuando más se la anhela.
No cumple caprichos –a ver si ya me
llevas, ahora que me muera ya verás- ni llega tarde a la cita. Siempre esta
atenta, esperando el momento oportuno para hacer su entrada triunfal y llevarse
a la persona elegida a casa. ¿Y donde es esa casa? Nadie sabe, porque nadie ha
regresado de allá para contarnos como es “el otro lado”. Unos dicen que es frío
y oscuro –para los malos- otros que hay mucha luz y una gran paz –si fueron
buenos- otros nunca la encuentran –si se fueron sin darse cuenta y por mano propia-
pero los que quedamos sólo podemos imaginar como será ese lugar.
Y da miedo. Lo desconocido siempre
impone, hasta al más valiente le inquieta en cierta manera no saber que pasará.
Y tampoco es agradable. Aunque la persona haya empacado sus maletas con
anticipación –por enfermedad, por ejemplo- los que se quedan nunca estarán
felices por su partida. –Si, se fue con
la muerte de vacaciones y no va a regresar- Cuando nos enteramos de que
alguien ha fallecido, se siente uno como fuera de lugar, no sabes que decir o
pensar, quieres estar con los dolientes y a la vez deseas irte corriendo de
allí. Es incómodo. Es como estar en un elevador con un montón de desconocidos,
todos viéndose de reojo.
Y sin embargo, todo llega a su
momento. Para el bueno, el malo, el mediocre, el honesto y el ladrón, todos
tendremos que empacar las maletas en algún momento. Y como nadie se prepara
para ello, ni siquiera puede pensar si va a ir a la luz, a la oscuridad o al
limbo. Así que, de forma anticipada, se podría hacer un inventario de la vida.
De un lado lo bueno, del otro lo malo. ¿Y lo “más o menos”? depende de que tan
bueno o malo sea, tendremos que meterlo en alguna columna. Al final –como una
suma- ver cual tiene el mayor puntaje y de ahí, sacar el resultado, como en las
encuestas de “me quiere porque me mira -5
puntos- no le intereso porque olvidó llamarme -3 puntos-. Aunque el
inventario se puede hacer con bastante anticipación; por lo menos para que
ambas columnas queden “empatadas” o
gane “lo bueno”, siquiera para no
hacer más daño a los que se quedan e irse tranquilo.
¿Y tú, ya hiciste tu inventario?
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