miércoles, 16 de enero de 2013

Cecilia Elsa Collazo-City Bell, Partido de La Plata, Provincia de Buenos Aires, Argentina/Enero de 2013

Miradas en la escalera


Algún sábado a la tarde nos juntamos con Luís mi primo, nos tomamos uno amargos, y cuando ya no sabemos más de qué hablar, sacamos la caja de las fotos. Las de la escuela que son mis preferidas, siempre las miro, miro los pibes, sus caras, me acuerdo de sus historias. Ésta dice cuarto A, 1971.

Mirá che, dos banderas de papel  adornaban los costados de la escalera, era la que conducía al salón de actos de la escuela. De mármol de Carrara blanco, con los bordes de los escalones gastados por las pisadas de tantos alumnos que habían pasado por allí, entre ellos mis abuelos, mi padre, mis hermanos.

Los techos eran muy altos, las galerías muy largas, la puerta que daba al hall central era de vidrio, ella dejaba entrar la luz de la mañana y permitía acceder al patio. Allí estaban el mástil y la campana.

Pero mirá vos! Este soy yo, Juan, El Negro, de chico era más negro todavía, era el adoptado, el que vivía en la calle cuarenta y siete, la de los jazmines de los naranjos silvestres. Qué te voy a explicar a vos...

Acá está Carlita, ¿Te acordás Luís? con ojos de niña grandes como para comerse el mundo, brillosos, espejados,  un poco soñadores. De cabello con colitas al viento, con delantal prolijo, zapatos gastados, pollera y medias hasta la rodilla. Siempre al lado de Susana la de los anteojos, ¿La tenés presente?, era la intelectual del grupo, hablaba sin parar.

Así aparecían en la foto escolar, mis compañeros cada uno en su historia, las nenas con sus piernas juntas, con las manos apoyadas sobre las mismas, femeninas, menos la gorda Gabriela que ocupaba medio escalón, casi. Con sus piernas abiertas que se le venía la bombacha. Durante años los varones del grado se seguían riendo de eso y la cargaban. Lo malo no era que era gorda es que no era buena persona, ya desde chica no más. Vaya a saber uno lo que fue de grande. No quiero ni enterarme!

De los chicos, me acuerdo de José Luis que era vecino de Carlita, re-buen nene, compañero, hacían los deberes juntos, en la casa de él a la hora de tomar la leche.

Él a la casa de ella no iba nunca. No sé por qué.

Juan José es ese que salió con la cabeza gacha, hoy es profe de historia, se comía los libros ya con nueve años le contaba a la maestra los hechos de la segunda guerra mundial como quien habla de los acontecimientos de su barrio. Era el hijo de padres separados, como una marca que llevaba encima. Cada vez que reaccionaba mal, todos recordábamos eso, como una condición que permitía sus actos.

También estaba Mario, recuerdo que era muy bruto, pero era un buen pibe. Y Gerardo, el que jugaba en El Taladro, es el único que mira para el costado,¿pero qué mira?, Ah!  a Marisa que está en la escalera un poco más abajo que él, acá a su izquierda, estaba muy enamorado, fijate cómo la miraba.

Mientras volvía la vista sobre Carlita que seguía allí con sus ojos tristes, grandes como una ciruela, oscuros de mirada dulce.

Siempre caída Carla, siempre estaba seria. No sé bien, o no recuerdo ya a esta altura, qué era lo que le pasaba, los padres no estaban separados, no, no. ¿La madre se había muerto? Tampoco. No se, no me acuerdo bien qué le pasaba. Sé que tenía un problema familiar grave.

¿Vos Luís te acordás que le pasaba? Claro vos estabas en el B, y nosotros éramos del A, por ahí ni sabés que pasó, qué te vas a acordar...

Ahora que lo pienso un poco más, me parece que tenía al padre enfermo. Si, si, era eso... nunca se supo bien de qué, como de una enfermedad psiquiátrica, o algo así, vaya a saber uno.

Ah, si ahora me viene a la memoria lo que pasó. Me voy acordando...

Venía triste a la escuela, con los ojos llorosos de la noche anterior. Era miedosa, tímida,  arrugaba enseguida cuando los chicos le decían alguna cosa fuerte.

Si, si,  hago memoria, me viene lo que pasó. Hasta salió en el diario El Día la noticia.

Creo que intervino la policía, el juez, no recuerdo bien.


Unos días después de que sacaron la foto faltó por un tiempo a la escuela, mandaron la asistente social a la casa, estaba cerrada, nadie respondía. Las autoridades ubicaron a  sus abuelos, para saber bien qué había pasado, éstos contaron que el padre de Carlita se  había brotado, andá saber que mosca le picó que se le chifló el moño, y entonces después de una crisis de nervios cuando todos dormían, selló con cintas y diarios las hendijas de las puertas y ventanas y abrió la llave del gas.

Menos mal que la madre se despertó por el olor que había, se levantó, cerró el gas y llamó a sus hijos, después desesperada, abrió las ventanas.

El padre seguía durmiendo. No se despertaba, ni con los zamarreos fuertes del hijo  mayor. Llamaron al vecino que era médico, éste diagnosticó intoxicación y envenenamiento, aparentemente se sumó con un cierto tipo de laudano con alcohol que había consumido Lo internaron. Se salvó.

Carlita tenía esa vida, siempre al borde del abismo, a punto de caerse, o a punto de que la empujen, como para no salir triste en la foto, era la más triste de todos. Estaba acompañada por la muerte que la rondaba,  a ella y a su familia.

A punto de participar de un intento de asesinato por su propio padre, que iba a tener ganas de aprender o de estudiar, como no iba mirar así, con pesadumbre la vida. Igual nunca repitió.

Tenía los ojos del viejo, igualitos, me lo acuerdo era un tipo pintón el loco, cuando iba a la escuela las maestras lo miraban con ganas. Pero Carlita triste che, siempre igual la mirada pesada que se le caía de angustia. Pero a la vez como que tenía esperanzas en la vida, muy como en el fondo.

No la vi más. Se fue del barrio cuando terminó la escuela. Qué habrá sido de ella en la vida, me gustaría saber, te lo aseguro.

Mirá que la busqué por el barrio, en internet. Me gustaría saber qué fue de ella, cómo se puede vivir después de tanta cosa jodida, loca que le tocó como destino.

Mirame a mí, que a los cincuenta por cumplir no sé quienes fueron mis verdaderos padres todavía.

Si los mirás en la foto es como que en cada uno de los pibes encontrás la esencia de lo que eran, que quizás conservarán a través del tiempo, andá a saber qué fue de ellos también.

  ¿Qué habrá hecho ella con esa angustia pesada, che?

  ¿Qué habrá hecho?


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