Ejercicios
de tinieblas
I
Sólo se
escribe al extremo del acantilado, donde ruge una mar furiosa. Y luego uno
simplemente se arroja.
II
Alguno ha de
merecer el poema: ante los otros se cierra de pronto, como la puerta de un sueño.
III.
Y eso es
cuanto queda después, astillas de noche incendiada, silencio a lo lejos, este
roto espejo de mundo.
IV.
Pedir un vuelo final de palabras en la nave mayor del silencio. De este mismo trepidante silencio.
V.
La escritura del agua que gasta paciente su roca milenaria.
VI.
Verso que de vez en vez ilumina el alto sol de la
noche.
VII.
Arduo transitar de tantos cuerpos en el viento y
luego arden como la estopa o la paja.
VIII.
Por entre las grietas del follaje de los pinos,
hacia dónde se
deslizan las constelaciones.
1 comentario:
Alejandro: cuántos hemos escrito en el agua y, luego de hacerlo, hemos visto cómo se deslizan las palabras con la espuma de compañía. Hermoso...un saludo,
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