¡ESTÁS
ELIMINADO!
—No sé qué es lo que te pasa.
Hace un mes y medio ya que nos conocemos. Cuando me pediste que te agregue como
amigo no titubeé. ¡Estabas tan lindo en la foto que me enviaste! Un poco
mayorcito, pensé. Después, cuando me confesaste que en realidad tenías cinco
años más de los que me habías dicho lo acepté. Con tanta amabilidad me dijiste:
“Soy Juan Ignacio, tengo 45 años, abogado, dos hijos, separado con divorcio en
marcha. “¿Tenés auto?” Te pregunté. “Si, un cero”, me respondiste, “y soy
propietario”.
Me siento mal, será algo que
comí, ¡qué dolor!
Así siguió la relación, yo,
de la ciudad de Formosa, vos, de Buenos Aires, “Caballito”, me dijiste, “no
conozco” respondí. Hablamos durante horas. Nos contamos toda nuestra vida. “Soy
soltera pero tengo cuatro hijos, dos de cada pareja. Mi primer marido,
Pedro, me dejó con los dos primeros, se
fue a la Capital.
“Allá hay mucho trabajo en la construcción” me dijo, “Yo puedo ir como medio
oficial”. Se fue y nunca volví a saber de él. Lo esperé dos años, me había
prometido que ni bien las cosas anduvieran mejor, después de juntar unos pesos
y conseguir un buen alquiler me llevaba a Buenos Aires con los críos.
Después, Rolando, tipo
trabajador aunque de mala bebida. Cada tanto me daba una paliza, pero no era
malo. De él tengo la
Alejandra, nena preciosa, la luz de mis ojos y el chiquito,
Roberto. Rolando me dejó por mi concuñada ¡Como lo buscaba la hija de puta! Y
el hombre no era de fierro. Viven a dos cuadras, tienen dos hijos.
Me matan las arcadas pero el
vómito me alivia, eso sí, es un asco.
Soy una mujer fuerte y
aprendí a ganarme la vida. Todos los meses voy a La Salada, en Buenos Aires, a
comprar ropa. Es agotador pero me las rebusco para mantener a los míos. Tengo
mi clientela, traigo casi todo por encargo. Son un poco duros para pagar pero
lo tengo a Dani, grandote como el padre,
que ya tiene diecinueve y me ayuda con los cobros. Dani es muy
voluntarioso aunque últimamente, desde que anda con la Patri está remolón con las
cobranzas, espero que el noviazgo dure hasta que Ricardo cumpla los diecisiete
así me ayuda él.
Soy muy creyente. Vamos a la
iglesia todos los domingos, ¡Ojo! Hablo de la iglesia cristiana, no quiero nada
con los curas, son unos aprovechadores y unos mentirosos. El que teníamos en el
barrio ni siquiera se hizo cargo de los cinco hijos que dejó, mala persona. El
pastor es distinto, él tiene una hermosa familia y predica con sabias palabras.
Tengo mi biblia y siempre encuentro una frase para explicar las cosas de la
vida, o el pastor me ayuda a encontrarla.
—El dolor de estómago me está
matando. Son retorcijones, como la otra vez, Algo me debe haber caído mal.
Estaba tan ilusionada con
vos, Juan Ignacio. Hablabas tan lindo, contabas cada cosa, me escribías poemas…
¡Qué poemas! Yo no soy ninguna bruta. Terminé el secundario nocturno, tengo un
buen hablar y escribo casi sin faltas de ortografía. Leo mucho, historia,
literatura, poesía. Me apasioné con las Cincuenta sombras de Grey y disfruto de
las frases de Coelho, también leo sobre metafísica.
Después de muchos días de
charla por chat de Facebook, después,
con más confianza, por WhatsApp, con mensajes de voz y por último, por
teléfono, nos fuimos conociendo. No me importó que no tuvieras estudio propio y
trabajaras para una empresa, ni que casi la mitad del sueldo se te fuera en los
alimentos de tus dos hijos. —Es un buen padre— pensé, —Eso está bien.
Al principio me fijé en vos
por interés, esa es la verdad, quería que me ayudaras con los gastos, que me
hicieras regalos, que, al final, me mantuvieras. Después, poco a poco, me fui
enamorando.
Con cada foto que te mandaba,
me devolvías un piropo: “Qué hermosa”; “Muy bonita”, “Un sueño”. Yo me
derretía. La conversación, poco a poco iba llenándose de palabras tiernas, “Mi
cielo”, “Amor”, “Vida”…Un día me dijiste “Te quiero” y casi sin querer se
fuiste convirtiendo en mi novio virtual.
—Estoy sofocado, la Metformina me debe
haber caído mal. Veo todo negro.
Y había llegado el gran día.
Nos veríamos. Yo iría a la feria, como siempre, a las doce de la noche. A esa
hora llegaba el micro a La Salada. Compraríamos todo lo encargado. A las
seis volveríamos para Formosa. A las cinco y media nos esperarías en la
callecita que bordea el Riachuelo, por dónde están los baños. Ya sé que media
hora no es nada de tiempo, pero nos veríamos, nos tocaríamos las manos y nos
daríamos un beso. Más no, porque estando mi nene y no le íbamos a dar un mal
ejemplo. Él no está acostumbrado a ver a la madre franeleando con un
desconocido. Nos fuimos hablando gran parte del viaje. ¡Qué bueno es tener la
misma empresa de celular y comunicarnos gratis!
—El dolor es insoportable,
transpiro… se me seca la boca… creo que me desmayo…
De pronto no tuve más noticias.
Creo que te arrepentiste a último momento. No serás lo que dijiste. A lo mejor
las fotos estaban arregladas o eran de otra persona. Bastante zorro resultaste
ser, además yo no ofrezco mucho, solo un beso. Después tendrías que venir en
auto para mi ciudad, Recién ahí, un noviazgo formal y, casamiento. De blanco
no, pero con un hermoso vestido. Mi hijo mayor entregaría a la novia. Esta vez
quería hacer todo bien.
Pero arrepentirte justo ahora
¡Como me engañaste! Me siento humillada. Pasaron las seis de la mañana, yo, en
el micro, de vuelta a mi provincia y vos no apareciste. ¡Qué hijo de puta! ¡Ya
te elimino y a otra cosa! Por supuesto que te borro del grupo, por algo soy la
administradora, y no sé si no te escracho en público para que no engañes más a
ninguna mujer bien intencionada.
A las siete de la mañana se
llevaron el cuerpo. Según el informe, hiperglucemia, el hombre no llegó a pedir
la atención médica, vivía solo, entró en coma diabético y finalmente el corazón
se detuvo.
Y ella, ofendida, lo eliminó.
1 comentario:
Excelente Marcos.Me gustó mucho.
Publicar un comentario