Y
si las estrellas están muertas
si no titilan y son
como huesos
que brillan
en la noche en la
oscuridad del campo.
¿Serían menos
luminosas?
Una vez vi el cielo
en un lago quieto.
Jugué a contar
estrellas
con la punta de los
pies.
El agua estaba fría
como de San Martín de
los Andes
y cuando el dedo gordo
la tocaba
se hacía un círculo en
toda la vía láctea.
Y a mí se me erizaba la
piel
no sé si por la fresca
o por la imagen.
Pero las estrellas no
brillan en el agua,
son algo más opacas
como si se dejaran mirar
más
o se desnudaran.
Es como si el cielo
estuviera en pelotas para uno.
Otra vez, vi una luz
en una noche sin luna
en el campo.
Fui hacia ella por un
camino,
salté un alambrado
y crucé pastizales.
Al acercarme comencé a
oler algo feo;
como un animal en descomposición.
Seguí por el brillo y
al llegar la vi.
Era una estrella
muerta.
El misterio de la luz
mala
es tan solo una
estrella muerta,
ahí en el suelo.
Bajo un cielo lleno de
huesos.
Bajo la noche enhuesada
Del libro Noche enhuesada
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