Qué llueva, que llueva...
Te extraño.
¿Qué pasó que no estuvimos juntas ni una vez este verano?
Nos desencontramos…un día yo acá y vos por otros pagos, yo allá y vos andando mis caminos solitaria.
Extraño tu voz y tu perfume, tu forma de tocar mi rostro suave y calma. Extraño tu caricia en mi piel, que humedezcas mis labios, mis ojos, mi pecho, mis manos y extiendas esa alfombra de vida bajo mis pies, para andar juntas y aunadas, entrelazadas tan íntimamente que somos una sola en esas caminatas.
Correr por las calles en las noches, iluminadas de estrellas y luces chispeantes de arcoíris, pisando charcos llenos de risas, encantadas porque el placer de jugar nos moviliza.
Extraño verte llegar de sorpresa algún domingo o encontrarte a la salida del subte subiendo sutilmente por la escalera mecánica, cayendo estrepitosa alguna madrugada, inundando con tu presencia una mañana.
Los verdes son más verdes cuando estás, los rojos se iluminan , los colores brillan y se muestran como vestidos de fiesta y los grises aparecen y se lucen porque ya no son neutros escondidos, tienen la presencia que tu mano les regala.
Colecciono paraguas multicolores en tu nombre y los saco a pasear cada vez que intuyo que vendrás; para mostrarte que no llora el cielo cuando llueve sino todo lo contrario y por eso salgo a festejar.
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