sábado, 18 de febrero de 2012

Trinidad Aparicio-Barcelona, España/Febrero de 2012


Segunda  Parte
"Re-frito"  del cuento:
EL FIN
De Jorge. L. Borges

 

C
uando Martín Fierro, liberó a la china Jesusa de su cautiverio en la toldería, ella le juró agradecimiento eterno, por tal razón, tan pronto el negro montó su caballo, corrió al lugar de la pelea para ver de aliviar la agonía del gaucho. Jesusa se percató, de qué a  pesar de la mucha sangre perdida el corazón de Fierro seguía latiendo débilmente. Había pues, que actuar con rapidez.
            Ayudada por su hijo, escondió al herido en un galpón. Quería saldar su deuda de gratitud. 
            Jesusa aprendió de los indios, como curar heridas mediante cataplasmas y mejunjes, así que se propuso lo que parecía imposible: Salvar a su salvador.
            De éste actuar de la china, nadie nunca supo, y el negro aun se pregunta: "¿Cómo diablos hizo "pa" poder huir el muerto?"
            El padre Quinteros, que no daba puntada sin hilo, al encontrarse sin difunto, puso el grito en el cielo, y, con o sin responso cobrar sus pesos quería. Recabarren, que desde su lecho de enfermo escuchaba la fogosa discusión, hizo sonar con energía varias veces el cencerro. La enfermedad lo estaba carcomiendo, pero todavía tenía lucidez como para comprender que su tiempo terminaba. La china, siempre le había sido fiel, sin embargo para él, ella había sido poco más que un objeto, al muchacho… al muchacho, lo tenía de peón. Ahora se le presentaba la ocasión de enmendar su proceder.
            Pidió hablar, y traducido por el mestizo que tan bien sabía interpretar sus gestos, hizo gala de comerciante: propuso al cura que cobraría, sí por el precio del responso, lo unía en matrimonio con la Jesusa y a la vez bautizaba a su hijo; él estaba dispuesto a darle su apellido.

Pasaron los años, y cual agua que el río lleva, la vida siguió su curso. Recabarren ya no estaba, es seguro que descansaba en paz. "La Jesusa", dueña de la pulpería se sentía tan importante, qué hasta de seda  vestía. Su hijo, ufano con su apellido, marchó "pa" estudiar a Europa. Y el negro, al no existir el cuerpo del delito, no tuvo que huir de la "autoridá": quedó instalado en la pulpería rasgueando la guitarra y camelando a la china.
            La pulpería, era por aquel entonces, muy frecuentada por gauchos y viajeros; había adquirido fama de que allí se servía la mejor caña.
            Cierto día, montado en caballo moro, con poncho y sombrero chambergo, un gaucho viejo llegó, y antes de darse a conocer una caña se bebió. Entonado por la bebida, su guitarra rasgueó y esta copla se cantó:
"Atención, pido al silencio
Y silencio a la atención….
El negro, dispuesto a acompañarlo con su  guitarra, se sentó frente al cantor.
El viejo Martín Fierro, cuyo rostro era ya un pergamino dónde las arrugas escondían cicatrices, al ver que no lo reconocían, supo que el Padre Eterno ya lo había perdonado.




Biografía del autor

            Lamentablemente, de L`echeff se sabe muy poco. Se sabe que L`echeff, es el seudónimo con que el escritor firma cuando publica "re-fritos"; pero su verdadero nombre, nacionalidad y fecha de nacimiento, se perdieron en tiempos de guerra. Lo que sí se sabe de él, es que de escribir tanto "Re-frito" enfermó de una aguda hepatitis.

2 comentarios:

Laura Beatriz Chiesa dijo...

Querida amiga: muy bueno !!! este Re-frito. Me encantó, sinceramente,

Anónimo dijo...

Aaaaaaaaaayyy Trini que gracioso esta biografía final, pero mira que bien que está este refrito Trini, me gustó mucho.

besossssss Josefina