sábado, 25 de agosto de 2012

Marta Díaz Petenatti-Zona Rural de la Provincia de Santa Fe, Argentina/Agosto de 2012

EL  JUEGO  DE  LA  VIDA


He trocado cosas con la vida, pero  la ganadora resultó ser ella.
Ella, que todo lo puede, que nada perdona, que cada paso que da es sabiendo a ciencia cierta cómo y dónde será el próximo.
Vivimos tan de prisa disfrutando, llorando, ¡viviendo!, que no nos damos cuenta de que día a día pagamos el peaje de uno nuevo, y que eso implica que nuestras arcas vayan  disminuyendo sistemáticamente.
Creemos ganarle a la vida, ¡qué ilusos!,  le ganamos sólo lo que ella permite que le ganemos. Porque está sentada tranquila, esperando en el desgrane de los días quedarse con nosotros.
Y aún así seguimos amándola porque en ella tenemos todo. Lo bueno que disfrutamos,  y lo malo, que lo aceptamos, lo sufrimos, lo toleramos, lo superamos.
Pero  para tenernos contentos nos va regalando cosas.
Nos regala la Experiencia  para que sepamos que nos equivocamos, y en base a ello  tratemos  de  no cometer  el mismo error. A veces lo logra, otras no, pero ya no depende de ella, sino de la especie misma.
También nos la regala para que le contemos a los demás nuestras vivencias, nuestras frustraciones, los caminos mal recorridos, y así podamos ayudar a que no incurran en nuestras mismas equivocaciones.
Nos regala la Sabiduría , para entender a los demás, quizá no   justificar, pero sí  entender.
Más vivimos, más se van haciendo elásticos nuestros juicios. No tenemos ya la inflexibilidad del adolescente ni   la parcialidad del adulto.
Dejamos de prejuzgar para decir: _Si, pero_ y en ese “pero” va implícito una vaga forma de entendimiento y aceptación.
Nos regala la Paciencia  para que cambiemos  la premura por la parsimonia. El correr sin pensar,  por el caminar pensando. Nos enseña que saber esperar es más productivo que correr alocadamente.
Que esperando se llega. Que corriendo… pocas veces llegamos.
Nos hace Premonitorios  porque intuímos  en la gente sus intenciones con sólo mirar sus ojos, y a través de ellos descubrimos sus almas, sus afectos, su esencia.
Y así continúa regalándonos afectos. Trocando, cambiando, sacando, prestando.
Y mientras eso sucede sigue deshojando las hojas de la vida en el trébol de nuestros sueños e  ilusiones.

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