martes, 18 de octubre de 2022

Rosa Esther Moro-Argentina/Octubre de 2022


 EL JUGUETE

 

La bella Gran Maine, desparrama aromas moviendo con precisión el incensario, con el cual se dirige hacia el altar donde encenderá el fuego que presidirán los ritos de iniciación de las noveles brigantes.

Con estos ritos se espera atraer hacia el templo la energía de la Diosa Birgit, dama del fuego y la creatividad entre otros talentos.

El rumor del agua de la fuente natural que surge de la piedra envuelve el lugar de una húmeda cadencia.

Vaina, su acolita, la sigue a unos pasos de distancia, respetando la oración de la Maestra, mientras aviva las cenizas de donde surge el fuego nuevo que asciende con la fuerza que le otorga la oración de la antigua religión. Tan antigua que se cree que fue entregada por la misma Diosa.

Al terminar la ceremonia propiciatoria, la gran Maine invita a la muchacha de peplo rojo como el que viste ella, pero en dorado, a sentarse juntas frente a ese fuego radiante que le muestra formas que luego alcanzarán su sentido profético.

Gracias a ese acercamiento, Vaina, pregunta: ¿Cuál es el juguete más peligroso? Gran Maine, ese del que siempre nos adviertes, pero solo con insinuaciones.

Birgit, la gran Maine, sonríe -Es algo que hay que averiguar con la propia experiencia, y es una de las propias pruebas a sortear, si el aprendizaje recibido fue bien asimilado lo podrás pasar sin dificultad, como las otras pruebas. Aunque este juego es uno de los más difíciles para una bruja, por más poderosa que sea.

¿Por qué? Gran Maine

Porqué en ese juego nos confundimos y perdemos nuestro centro, entregamos nuestro poder. ¿Qué te enseño lo recibido en todo este tiempo de aprendizaje, hermosa Vaina?

No, gran Maine, una bruja es algo íntegro, total y nunca entrega su poder; lección fundamental de todo nuestro aprendizaje

-Bueno, niña, ve a la vida y esgrime tu sabiduría, no hay nada que temer.

Pero Gran Maine, por nuestra amada Diosa, pido que reveles a tu discípula preferida, como siempre me lo has manifestado, ¿Cuál es ese juguete?

Una sonrisa iluminó el rostro de la Sacerdotisa y mirándola profundamente, en un susurro dice: ese juguete tan peligroso, mi niña es el Hombre, y con el cual todas, brujas o no, tenemos que aprender a lidiar. O, mejor dicho, como dicen las rondas infantiles de niñas, tenemos que aprender a jugar sin lastimarnos.

 

Rosa Esther Moro

 

 

 

 

 

 

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