EL BILLETE
“…sangra mucho el corazón
del que tiene que pedir…”
(Del Martín Fierro de José Hernández)
Manitas trémulas, sucias uñitas,
maltrechas…extendidas…pidiendo esa limosna
que no llega.
-¡Mi papá me va a pegar si no le llevo para
el vino!- y un mohín de llanto ensom-
brecía repentinamente sus limpios y nuevos
ojitos negros.
-¡Mi mamá me defendía, pero ya no está!
Se sentó en el cordón de la vereda. Cabeza
gacha y posición fetal. Las lágrimas
abrían surcos limpios en su carita, pero
hacían barro en sus rodillas. Un dedo gordo
le sonreía desde el agujero de la
zapatilla. Ajeno a esto, su pensamiento estaba en
otra parte.
-¡Mi papá no me va a dejar entrar si no le
llevo plata! ¿Dónde voy a dormir esta
noche?
Un hipo de llanto ahogado estrujaba su
triste infancia. Estaba desolado.
Alguien que lo observaba se acercó, se puso
de cuclillas a su lado y pasándole una
mano por el cabello, le extendió un billete
de diez pesos que crujía de flamante. El
niño saltó como un resorte, titubeó al
tomarlo, tartamudeó un “gracias, señor” y salió
corriendo.
Balbuceaba casi interiormente secándose la
cara con el dorso de su mano: -¡Ahora
mi papá no me va a pegar…se va a poner
contento…le llevo para el vino…no me va
a pegar…!
Cruzaba la playa de maniobras del
ferrocarril hasta la “villa” rumbo a su casa;
volando como un pájaro, hacía equilibrio
con los brazos en la carrera procurando
evitar las atravesadas vías. Tuvo que dejar
pasar un tren que le cortó el paso.
Al continuar, ansioso, no vio al que venía
del otro lado.
El billete se perdió en un remolino de
viento, girando cada vez más alto
extrañamente detrás de una casi invisible
nubecita blanca que se diluía de a poco a
medida de que iba subiendo.
1 comentario:
Poeta, la cruel realidad en un poema candente y crucial, escrito con delicadeza.
Triste, hermoso.
Mi afecto en un abrazo.
Sonia
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