¿Ojos
abiertos?
¡Qué diáfana es esta mañana en el campo!
¡qué deslumbrante su ojo de fuego
tejiendo en mis manos
la Luz imborrable!
Efímeros, mi cuerpo y mi rostro
se regocijan en la magnitud,
en la presencia tibia y remota
de su cuerpo invulnerable.
No quiero mirarlo, no preciso hacerlo,
me basta sentir, en toda mi humanidad,
el tacto dulce y perfecto
de su manantial inagotable.
3 comentarios:
Un canto en toda regla. Le felicito por sus buenas letars.
Saludos
Un poema perfecto y bellísimo
Leo Galea; Pedro G:
No me corresponde coincidir con sus apreciaciones (tan generosas), pero se agradece sinceramente. Abrazo y buenas letras.
Juan Ramón Ortiz Galeano
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