sábado, 25 de agosto de 2012

Osvaldo Spoltore/Agosto de 2012

Osvaldo Spoltore y su comentario bibliográfico a partir de “Sopita” de Rolando Revagliatti, Ediciones La Luna Que, 6ª Edición, Buenos Aires, la Argentina, 2008, publicado en el Nº 33, octubre 2009, de la Revista de Literatura “Tamaño Oficio” de la ciudad de Buenos Aires.



     A Rolando Revagliatti lo conocemos como un trabajador incansable en el ámbito de la poesía y actividades relacionadas con ella.

     En esta ocasión tenemos la última edición –la sexta- de su poemario “Sopita”, en donde hallamos la llaneza de su lenguaje al servicio de lo poético, subyaciendo en varios de los textos de formas sencillas, las materias profundas que él nos alcanza sin contenidos disolventes.

     Como se muestra en el mismo poema que da nombre al libro:


Vos
     crema de garbanzos
no sos
         sopita
y sos mi sopa
preferida

“Así es la vida”
incluso la mía
                      (espesa)
aunque es también
-oh, resonancias
fulgores
distorsiones-

sopita.


      Sopita, metáfora de lo simple, que no es lo mismo que decir simple metáfora, encarnando la ambigüedad de la vida que aunque se desee espesa a veces, no es más que distorsiones, una sopita.

     Avanza el libro con ciertos “personajes” que se reiteran: Eduardo y Mecha; Flavia (una nena), junto a ciertos temas como el de la familia, las vacaciones, y las fotos en donde el poeta ve lo que él sólo como tal puede ver y nos lo hace presencia, aunque sólo si hacemos una lectura re-creativa de su trabajo.

     En “4º Grado”, con enumeración y síntesis, barre las hileras de una vieja foto escolar hecha ahora poema. Lleguemos al clímax:


El más bravo, Carbone, sonríe
No todos
Yo no, la cabeza inclinada

Al lado de uno con apostura de jugador de rugby
uno huérfano de padre que a veces no traía delantal
Y este año el portero no se cuela en la foto
porque se murió.


El contenido es la forma y a estas alturas, la foto y los niños quedan en la anécdota y, ¿qué sentimos?, ¿vida crema espesa o sopita?

     Sopita, como la vida no preferida, como aquella que se nos ajusta a la medida de otros sin ser nuestro deseo:


Volar me gustaría –arguye la nena
viendo algo volar-
pero no soy un pajarito

No –admite su papá

y siguen caminando.


Pero no siempre es así un pasar estilo “sopitas” como bien se aprecia en “Marina Mercante”, un designio materno desacatado.

     Y en una época donde se impone la dictadura de lo mercantil, y hasta el arte se ha banalizado, no es sencillo mantener una mirada nítida que es esencia para construir la poesía de los espíritus inquietos, que no se dejan seducir por la “sopita”. Revagliatti nos dice irónicamente así en “Mar del Plata”:


Boca abajo en la playa
codos en la arena
Mecha, divertida

Muy en segundo plano a la izquierda
agua y gente
A la derecha
gente y casino

Eduardo, bastante tostado
Los dos, lindos.


     Sopita linda, ¿no?, cuando es vida sin toma de conciencia, tan sólo reiteración de frases hechas, como un Así es la vida. O peor, cuando es repetir las vidas de otros tan vulgares y “lindas”. Alejadas del asombro que es más común en la infancia, repleta de Fantasmas, que aparecen y desaparecen, cerca de las hormigas y la menta / próximo a un caracol maravillo.

     Sopita, no. Nada de sopita: mejor la sopa crema espesa. Por ello, desde los tuétanos, todo artista hace esfuerzos para destilar la pureza que pervive de la especie en su interioridad:


nos odien
o nos amen

Los huesos nos expulsan
suplican que los dejemos ir

Detestan que los retengamos
que los exijamos todavía

“No es humano”, chillan.

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