Festividades del Premio Nobel
El 10 de diciembre de cada año se
realiza el Banquete Nobel en la
Sala Azul del Ayuntamiento de Estocolmo, un gran recinto que
fue diseñado por el famoso arquitecto Ragnar
Östberg. Esta majestuosa obra arquitectónica empezó a construirse, en
1911, en el lugar que una vez quedó en escombros cuando se incendió un molino a
fuego (Eldkvarn) en la segunda mitad del siglo XVIII. Y se inauguró con bombo y
platillo, como un símbolo de la
Madre Svea, en la víspera del solsticio de verano
(Midsommar), el 23 de junio de 1923. Su bella imagen, con su torre de 106 metros en donde se
lucen tres coronas doradas, se levanta a las orillas del lago Mälaren en el
barrio residencial de Kungsholm. Detrás de su fachada, edificada con ocho
millones de ladrillos, se albergan oficinas, salas de fiesta, un restaurante,
salas de conferencia y otros cuartos adicionales. Parte del Ayuntamiento está
abierto al público de lunes a viernes. La visita dura 45 minutos, y junto a un
guía uno puede observar diferentes compartimientos; como por ejemplo una
pequeña Sala Nupcial donde se casan las parejas por lo civil, una Sala del
Consejo donde se lleva a cabo reuniones políticas y La Galería del Príncipe
adornada con cuadros, espejos y pilares que representan al hombre y a la mujer
como pareja.
Ragnar Östberg viajó por muchos
países de Europa y se inspiró en los palacios renacentistas de Italia, pero
también en otras solemnes construcciones europeas, especialmente en el
Ayuntamiento de Copenhague (Dinamarca). Así cristalizó su sueño con muchos
componentes de la historia sueca basados en mitos y leyendas. En aquel
entonces, la sociedad sueca dejaba atrás un sistema agrario para entrar a una
sociedad industrializada. Y Estocolmo, como las otras capitales europeas, debía
mostrar adelanto no solamente en lo tecnológico, sino también en el aspecto
urbano. Además, debía reflejar el espíritu sueco. Por eso la decoración
interior y exterior, del Ayuntamiento, está impregnada de personajes suecos.
Desde el hermoso jardín, cubierto de césped e intercalado con pasadizos de
cemento que además es bien visitado en verano, se divisa un paisaje alucinante
de Estocolmo. En el patio exterior hay un sarcófago del fundador de Estocolmo:
Birger Jarl. Y a su alrededor un tronco de granito, diseñado por el artista
Aron Sandberg, que hace referencia a la fundación de Estocolmo. Una leyenda que
se fue transmitiendo desde el tiempo de los vikingos reza: los vikingos
estonios y finlandeses, a menudo, saqueaban las ciudades edificadas a lo largo
del inmenso lago Mälaren. Sigtuna es una de esas ciudades, y las personas que
vivían allí cansadas de tanto atraco planificaron una estrategia para evitar el
pillaje de los barbudos que asaltaban con hachas, escudos, prendas de cuero y
cascos con cuernos. Una vez escucharon que se arrimaban los atracadores y
empezaron a juntar todas las riquezas de la ciudad. Las escondieron en un enorme
tronco hueco por dentro. Luego arrojaron el tronco al lago. Cuando llegaron los
agresores no encontraron nada y vieron el tronco flotando en el agua, como si
fuese un objeto insignificante de madera. Pero los ciudadanos de Sigtuna habían
decidido que en el lugar donde el tronco encallara, nacería una ciudad. Y ese
lugar fue el sector de Riddarfjärden situado en pleno centro de lo que ahora se
conoce como la capital de Suecia.
La Sala Azul y el Salón
Dorado son, sin duda alguna, las estancias más exhibidas por todas las
televisiones del mundo, ya que en esos salones se realiza parte de las
festividades del Premio Nobel. La
Sala Azul es un enorme recinto de 1500 metros cuadrados
con un techo alto y ventanas desde donde entran los rayos solares. El piso es de
mármol de color turquesa con adornos redondos, cuadrados y otras figuras
geométricas. A un lado se luce una terraza y los arcos de mármol, alrededor de
esta sala, dan la impresión de ser una construcción medieval. Las paredes son
de ladrillo rojo. En realidad, debería llamarse La Sala Roja. Siguiendo el
hilo cronológico de esta construcción, dicen que el arquitecto, Ragnar Östberg,
había planificado que los ladrillos debían ser pintados con color azul, pero
cuando vio la obra terminada, él y otros artistas se enamoraron de ese precioso
panorama, y pues los ladrillos mantuvieron su tinte natural. Y el nombre de
Sala Azul se quedó para siempre. Esto tiene que ver con la bandera sueca y con
los lagos que pasan por diferentes partes de Estocolmo.
Otro detalle importante son las
gradas que están delineadas con gran precisión. El diseñador sabía que, por
esos pedazos rectangulares de mármol, iban a subir y bajar damas con tacos
altos, vestidos largos y caballeros de frac. El movimiento de las personas,
según el arquitecto Östberg, debería ser impecable y elegante. Y para darle a
las gradas la inclinación perfecta, de manera que produzca el efecto deseado,
dicen que la mujer del diseñador tuvo que trajinar gradas con diferentes
inclinaciones. En fin, esos amplios peldaños, que año tras año son pisados por
muchas personalidades y científicos en distintos campos de la ciencia, conducen
al Salón Dorado.
En La Sala Azul se instalan
mesas, bellamente decoradas con flores, que están listas para recibir a 1400
invitados. Es decir, a los laureados con el Premio Nobel, a sus familiares, a
los miembros de la
Academia Sueca, a la Familia Real, a los miembros del gobierno, a un
gran cuerpo diplomático, a importantes personalidades de la industria y a representantes del mundo de la cultura.
También participan, en esta famosa actividad, doscientos estudiantes de las
universidades suecas que cenan en una pieza adyacente a la Sala Azul.
El famoso Salón Dorado, donde se
desarrolla la Fiesta
de Gala después de la cena, es realmente impresionante. Entrar a este salón es
como entrar a un Palacio de Las Mil y Una Noches, o a un pequeño castillo
decorado con arte bizantino. El artista Einar Forseth, con tan solo 28 años,
diseñó este magnífico salón de baile inspirado en las iglesias sicilianas. Las
paredes están forradas con 18 millones de pedacitos de mosaico y oro laminado
de 23,5 quilates. En total, hay 10 kilos de oro empotrados en esos muros que
muestran al espectador lugares y personajes de Suecia, pero también del
extranjero. Los dibujos revelan la historia de Estocolmo en particular y de Suecia en general. En la pared del norte
hay un dibujo del Rey sueco Erik Jerdvardsson sentado en un caballo, pero con
la cabeza cortada. La explicación que se maneja de ese cuadro es que, por falta
de tiempo, hubo un error al calcular la altura del techo. Jerdvardsson reinó
durante el período 1156-60, y nunca fue canonizado por el Papa. Sin embargo,
era considerado como un santo porque en su reinado los impuestos eran justos y
las leyes se aplicaban con imparcialidad. Lo irónico sale a luz, al constatar
que ese dignatario realmente murió cuando un enemigo le cortó la cabeza.
A lo largo de las paredes
laterales cuelgan, desde el tumbado, arañas que iluminan perfectamente el
salón. Una de las paredes centrales está decorada con la imagen de la “Reina
del lago Mälaren” (Mälardrottningen) sentada en un trono. Tiene los cabellos
como serpientes. En la mano izquierda sujeta una corona y con la derecha empuña
una vara que ostenta autoridad. En sus faldas descansa la construcción del
Ayuntamiento que a ella misma la cobija bajo uno de sus techos. A un costado
hay personajes suecos rindiéndole pleitesía. También hay dibujos de la bandera
norteamericana, de la
Torre Eiffel y de la Estatua de la Libertad. En el otro
costado, la reina está custodiada por animales, gente de África y de Oriente. Y
desde las alturas cae el sol iluminando el destino de Suecia.
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