San Valentín
La locura siempre
fue una víctima de lo real porque jamás se le permitió su libre aflorar y fue
enclaustrada en nosocomios y presa dilecta de la psiquiatría, por ello, la
locura se mimetizo con formas que lo real no pudiera sospechar de su presencia,
se camuflo en los sueños y pudo así vivir sin culpa alguna las fantasías
oníricas, y regodearse con lo que aun no
existía, incluso, llego a platonizar el mundo de todos los días, donde lo real,
no fuere una propiedad de la vista ni una condición mensurable de los sentidos
oscuros.
Por ello, tales
locos busquen lo oculto del mundo invisible, ese que nos habita desde siempre y
pergeñen junto a la ilusión y los deseos, la aventura más fabulosa destinada
como destino sublime: el amor, entonces, por fin se haga presente en nuestro
mundo la fabulosa rosa y señora de los vientos junto al mayor acto lucido de la
locura que nos mora, el de jamás casarnos ni crear familia ni buscar tampoco
descendencia posible, pues se sabe que los locos no hacen caso a los mandatos
que ordenan acerca de esas cosas y del
amor.......pues poseen su propia mirada acerca del ser de las cosas y en
especial, con esa presencia diáfana y veloz que es el amor.
Si lo real posiciono
como cuerpo a la belleza en cada mujer, sin embargo, la afición por lo invisible nos hubo de llevar a
indagar por el alma a través de lo que se dice, se piensa y se siente, por ello
busquemos en la palabra, el haz de significados o el contenido que lo
ininteligible se expresa sutilmente y ahí, busquemos entre el silencio que
aguarda paciente escuchar la palabra o el latido del élan.
Porque lo real, sólo
existe en lo vivo y jamás en la flor por sí misma, nada tiene un sí mismo
independiente de lo que pueda significar, lo asignificativo es la muerte de lo
vivo y por lo tanto, ausencia de lo real, más allá que podamos percibir en
nuestros ojos algo presente y lo creamos
real, pero las disecaciones no poseen vida propia. La distancia que delimita lo
ausente en presencia, lo sea por la quimera con su creer que el estímulo en
nuestros ojos implique una determinación de lo real, quimera porque nada tiene
vida en sí mismo si no significa.
Una roca puedes no
verla y ser tus ojos estimulados por ella, la falta de sentido le quite
realidad como roca, tal ser los cánones de esta locura, sin embargo, solo los
locos pueden amar, como la inocencia ser sólo en los niños, porque se edifican
universos donde antes no los había junto a personas corrientes que deambulaban
por este mundo sin ser vistas ni oídas y desapercibidas como tal.
Por ello es preciso
estar alerta a lo oculto de las cosas, prestos a descubrir a la vida que
existe, en el susurro del silencio entre la noche más oscura, el alma pueda ser
presa del escozor más profundo y que es el desvelo del enamorar como tal.
Y cuando ello
sucede, el no seguir los mandatos le siga el no creer sobre el decir de todo
estar enamorado, eso de la felicidad y
del vivir la bienaventuranza amorosa o el camino hacia la dicha, impliquen el
mayor de los desatinos, pues en el reino de lo oculto y de lo invisible un
destino se vaya forjando entre la vida y la muerte con su duro enfrentar,
cuando el amor llega a la vida de mujeres y hombres.
Que destina que la
locura no será gratuita, que si o si tiene su propio final, por su precio a
pagar, ceder ante la verdad incuestionable del ¡si vives, entonces, mueres!,
análogamente, si vives el amor, ¡también lo agotes!
Las paradojas del
destino se ensañen con tales locos, y la locura, viva lo real de su propia
existencia por el agotar amoroso, lo real nos muestre vencidos y nos enrostre
nuestra inútil condición, del supremo dolor que significa esperar por el nuevo
amor, pero no como locos, sino como cuerdos pues lo real nos ha puesto en este
lado del muro, del mundo y su propiedad del existir de las cosas por sí solas.
O tu nombre perdido
para siempre, en apócrifo y cotidiano decir... ya no vulnera.
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