ASÍ
ES EL AMOR
Quien cambia todas las mañanas sus pañales, es él. Hace cinco años
desde el día que quedó postrada por una embolia cerebral, ella era una joven
poeta de veintiocho años, hoy ya tiene treinta y tres, ambos habían armado una
comunidad infanto juvenil de la cual él tuvo que hacerse cargo. Ella llevaba
una brillante carrera literaria como él, carrera ya truncada por la adversidad
de la vida. Él pese a todo siguió con su carrera y su vida, sin descuidarla a
ella, la bañaba todas las mañanas y le ponía pañales limpios; por la tarde la
dejaba con una enfermera llamada Elena de apenas veintidós años. Era muy bonita
y atenta. Él se iba por las tardes a seguir con sus estudios y el gim. En el
verano concurría a la playa. Por la noche llegaba y la veía a su pareja como
día a día se consumía, solo gemía. Cenaba con Elena, para él era una buena
compañía era joven y agradable y tenía con quien hablar y descargarse dado que
su pareja era como una planta desde aquel día, ese día nefasto que su mente
colapso según el médico a causa de la maldad de sus hermanas que penetró en su
cerebro y lo hizo estallar.
Ya habían pasado diez años, ella rondaba los cuarenta y él se acordaba el miedo que ella antes del accidente tenía a la edad y hoy su juventud se desvanecía, se le diluía en esa cama, su cuerpo estaba raquítico, casi calva, dado que en ese estado no podía consumir sólidos, todo era vía suero. Él ya se había resignado y la que era su enfermera la de su pareja hoy era su nueva pareja y gran amor. ambos la cuidaban con mucha dedicación pero vivían su romance plenamente disfrutando de la playa en verano y de salir con los que antes eran amigos de su pareja y de él. Llegaron a querer tanto a Elena que ya ni recordaban a Jusena. Lo llamativo es como la gente remplaza a las personas como si fueran simples piezas, lo mismo sucedía en el ámbito literario de ser conocida callo en el total olvido, sin embargo él era muy reconocido. Cuando Jusena cumplió cuarenta y cuatro quedó en un geriátrico, sus hermanas eran muy felices y plenas y Jusena se pudría en una cama. Todos eran felices, nadie es imprescindible.
El amor se diluye con el tiempo, se diluye con la adversidad y florece en las buenas.
Ya habían pasado diez años, ella rondaba los cuarenta y él se acordaba el miedo que ella antes del accidente tenía a la edad y hoy su juventud se desvanecía, se le diluía en esa cama, su cuerpo estaba raquítico, casi calva, dado que en ese estado no podía consumir sólidos, todo era vía suero. Él ya se había resignado y la que era su enfermera la de su pareja hoy era su nueva pareja y gran amor. ambos la cuidaban con mucha dedicación pero vivían su romance plenamente disfrutando de la playa en verano y de salir con los que antes eran amigos de su pareja y de él. Llegaron a querer tanto a Elena que ya ni recordaban a Jusena. Lo llamativo es como la gente remplaza a las personas como si fueran simples piezas, lo mismo sucedía en el ámbito literario de ser conocida callo en el total olvido, sin embargo él era muy reconocido. Cuando Jusena cumplió cuarenta y cuatro quedó en un geriátrico, sus hermanas eran muy felices y plenas y Jusena se pudría en una cama. Todos eran felices, nadie es imprescindible.
El amor se diluye con el tiempo, se diluye con la adversidad y florece en las buenas.
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