PISCO ELQUI.
CRÓNICA.
Lares de adobe soleados, adormecidos
por la canícula del mediodía. Valles de esperanza rodean los pequeños poblados,
todo es paz y quietud; donde los caminantes al recorrer sus serpenteantes y
estrechas callejuelas reciben un saludo de bienvenida. Dar los buenos días,
tardes o noches, es costumbre habitual entre los habitantes del lugar, especialmente
con las visitas que durante todo el año ocupan los numerosos hostales que se
han instalado en la zona. Sus dueños de preferencia extranjeros, han hecho suyo
este valle, enriqueciéndolo con su empuje y buenas costumbres, asimilándose a
la población local, en forma armónica y respetuosa.
Abajo serpentea el río Elqui, en su
raudo destino desde la cordillera al mar, dejando a su paso nutrientes que
alimentan extensas sábanas de viñedos pisqueros, cuyos frutos son endulzados
lentamente por el rey soberano del lugar, el sol. Encima, esa bóveda celeste
cruzada por una que otra nube algodonosa y una brisa permanente, regalando
frescor. Luego, mediante un largo proceso será convertido en fuego líquido y
transparente, envasado en botellas que
hacen honor a la gran mujer que fue parte de ese pueblo: Gabriela Mistral.
También se pueden observar líneas de
álamos y arbustos, en alturas increíbles, parecido a un collar verde rodeando
la montaña. Estas son acequias originadas por algunas vertientes cordilleranas
que siguen su curso a grandes alturas y su paso es aprovechado para regar las
inmensas plantaciones, por la actual y maravillosa tecnología que significa el
riego por goteo.
Varias destilerías ponderan la
actividad comercial del valle y sus instalaciones esperan a los visitantes, a quienes
en grupos colectivos, se les muestra toda la operativa desde que la uva es
sacada de la parra, hasta convertirse en ese fogoso brebaje llamado pisco,
cualquiera sea su marca y grado alcohólico. Finalmente llega al mercado para
degustarse en un rico” sauer” de diferente sabor o los más añejados y de mayor
valor, con el sabor de nobles barriles de roble, y se impone ser degustado al
natural, con esa fragancia entre frutoso y madera.
Las instalaciones de Pisco Mistral, es
una de las más importantes del lugar, y una de las que recibe más visitas. La casa
patronal de adobes, guarda en su interior y en cada rincón, recuerdos de los
primeros implementos de destilería, cuando su primer dueño creo la marca “TRES RRR”. Cuenta la historia, que aquel señor era
muy aficionado al esoterismo y por ello se hizo construir una bóveda en un
subsuelo oscuro, y en una mesa de noble madera mandó tallar en relieve el
rostro del Diablo, a su izquierda un largo hueso humano, una tibia encontrada,
posiblemente en alguna excavación del valle, o bien le salió al encuentro, en
sus largos paseos a caballo. Lo cierto, es que a la luz de velas parecía jugar
al dominó con ese amo de las tinieblas, pero que a él, sin embargo, le dio fama
y fortuna, tanto que pidió expresamente a sus herederos se mantuviera el lugar
en su estado primitivo.
Las instalaciones de este lugar,
Pisco Mistral, cuentan con todos los adelantos de la tecnología moderna y su
organización es cuidadosa al mantener gran cantidad de funcionarios a cargo de
ella. Con este propósito, en este valle es común presentar lugares tan
importantes como éste, con una entrada que podría ser totalmente anodina de no
ser por un letrero que dice “Destilerías Mistral”. Asunto aparte es su
interior, además de la casa patronal que está ocupada en parte como cocina, la
otra es sala de exposición y venta. Luego una gran terraza con un horno de
barro al centro y en un extremo un bar en el cual se puede degustar desde el
exquisito pisco sauer, hasta el vino orgánico más caro. Esta parte es lo que se
podría llamar el restaurante, donde tampoco son ajenos los ricos postres con
reminiscencias europeas, aparte de los ricos menús que diariamente se ofrecen
en platos a la carta, imponiéndose las empanadas bien chilenazas. Lo que sigue
son las grandes instalaciones con las últimas tecnologías que están destinadas
a almacenar el líquido para su destilado, y finalmente llegar a su último viaje
en una barrica de roble americano, en la que se conserva por un tiempo
determinado, antes de ir al interior de una botella, de acuerdo a su proceso,
calidad y destino. La sección donde se guardan estas barricas, realmente, es un
lugar que fácil podría ser considerado como el santuario del pisco. En él, las
visitas después de un largo recorrido, con una copa con la marca impresa en el
cristal, pueden degustar las bondades del pisco más suave, hasta la última
variedad, un añejado haciendo honor al Nobel de la Mistral. Esta copa, será un
recuerdo con el que el visitante se irá, luego de gozar de tan grata experiencia.
Recorrer el pueblo es un agrado, ya
sea de mañana o por la tarde. Al medio día es poco recomendable, el sol pone
los pasos lentos y puede conducir a una insolación. Todo se da en bajada o en
subida en sus estrechas calles donde las construcciones de adobe se imponen.
Una plaza engalanada con árboles centenarios y al frente una iglesia que acusa
mucha antigüedad pero que, sin embargo, se encuentra muy bien conservada.
Era un 25 de Diciembre, día de Navidad y
llegamos justo al terminar la misa del mediodía teniendo la ocasión de saludar
a ese Niñito Jesús que cada año, nos recuerda el paso de nuestros días. Era el
momento de su Adoración. Una larga fila de personas esperaba respetuosamente
poder colocar un beso en aquel pequeño cuerpecito de yeso, que para los presentes
simbolizaba sin ninguna duda, el Hijo de Dios recién nacido. Una vez que todos
nos prosternamos ante él, una religiosa lo colocó a los pies de sus padres,
María y José. Los asistentes abandonamos la iglesia, no sin antes rescatar
muchas imágenes de ese templo perdido entre montañas y vides, con nuestras
cámaras fotográficas.
Como curiosidad pude encontrar una
calle de las muchas que existen en nuestro país, de nombre Manuel Rodríguez,
atravesada por otra llamada Gabriela Mistral.
Desde este poblado valle adentro,
podemos ir por abajo a Cochiguaz y por arriba a Alcohuaz. Recorrimos este último
camino, serpenteando entre montañas y caseríos, encanto de extranjeros que
concurren a depurar su contaminación europea en estas soledades. Es un camino
que, al seguirlo, da la impresión que se puede llegar al otro lado de las
montañas y presumí que sólo algunos audaces conductores, con vehículos
adaptados para este tipo de rutas, podrían ascender a tales alturas. Sin
embargo una puerta de troncos, cerrada con candado, nos indicó que este era el
fin de nuestro peregrinar. Desde ese punto comienza la Comunidad que en el
fondo es de los antiguos propietarios del valle, como también lo fueron de las
partes bajas, pero que ya han sido vendidas a personas llegadas de otros
lugares.
Una de las propiedades más importantes
que se encuentra antes de llegar a Pisco Elqui, es la de Andrónico Luksic,
ahora de su familia, quienes viven en una lujosa mansión. De la calle sólo se
advierte un largo murallón de adobe y su entrada se ve tan modesta como
cualquier casa de la vecindad. Sin embargo detrás de esas tapias, en una vuelta
del serpenteante camino, se puede divisar una magnífica mansión con todo el
lujo que pueda tener una familia que controla la marca Tres RRR y el Pisco
Mistral, y grandes hectáreas de plantaciones de uva pisquera, que se da de
preferencia en esta altura; a 1.200 metro sobre el nivel del mar.
Fines de Diciembre es tiempo de
higos y albaricoques (damascos chiquitos), y de otras frutas de la estación,
los árboles parecen engalanados con frutos cuyo dulzor lo aprovechan los
pájaros y alguna familia industriosa que los convierte en mermeladas y otras
exquisiteces de la repostería local. La naturaleza florece y sus colores dan
una sensación de alegría y paz.
Cuando las sombras preceden a ese largo
ocaso, que parece quedar prendido por tiempo indefinido en las agrestes cumbres
de las montanas que rodean el valle, el cielo se cubre de brillantes faroles
que envían su gentil saludo desde ese tapiz azul intenso. Se pueden contemplar,
con solo alzar la cabeza, el bruñido de plata de las constelaciones quienes
observan el deslizar de su tiempo infinito. A nuestro alrededor el aroma de las
flores y el croar de los sapos anuncian que la tierra descansa, hasta un nuevo
día en que la luz visitará nuevamente estas pródigas tierras de PISCO ELQUI.
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