ESA DEPENDENCIA QUE TENEMOS LOS
LECTORES DE MANGA
Estoy sólo en él apartamento, afuera la lluvia y el ruido del motor
intruso de una moto son la canción de cuna de mí vida en está soledad
voluntaria. En el amanecer del día siguiente, decidí caminar un poco por el
bosque aprovechando el sol de la tarde, me senté en una roca grande para
observar en silencio a unas aves nadar en un pequeño lago, una mujer pasó en su
bicicleta, me miró con curioso interés para detener su paranoico viaje de
ciclista y acercarse a el lugar donde yo tenía pensamiento filosófico ¿Eres
japonés? preguntó con una hermosa sonrisa, soy latino. Tal vez fuiste samurái
en una vida pasada. No creo en la reencarnación, soy psiquiatra. La chica
emitió una gran carcajada, todos lo psiquiatras están más locos qué sus
pacientes. ¿Te gusta el cómic japonés llamado manga? Sí, a todos los freaks de
la historieta les gusta comprar manga. Yo tengo un ejemplar de Sake de
Velociraptor autografiado por Osaka Nebraska. Le dije qué le tenía envidia. Me
invitó a su apartamento a tomar café Gevalia, acepté la propuesta solo para ver
ese manga. Llegamos, nos quitamos los zapatos. Me senté en la cocina, había
muchos platos sucios en todas partes. Ella me sirvió una taza del líquido
negro. Sé dirigió a su biblioteca colosal, tomó el ejemplar del manga, me
permitió tocarlo, entonces sentí un placer incomparable, olí las páginas como
si fuera el aroma dé una orquídea. Dudé un poco, miré con deseos malignos la
estatura de la mujer, será cómo patear el trasero de una ardilla pensé. Me
levanté dé la silla y le eché la mitad del café caliente en su cara, gritó como
cerdo sacrificado. La estrangulé con mucho odio. La enterré en su jardín.
Cuando estaba acostado en mi sofá leía el cómic. Me dormí escuchando a Lady
Gaga en el spotify. Desperté sudando para ver la cabeza decapitada de mi gato
colocada en mi pecho, una risa de bruja atacó la tranquilidad de mí hogar. Entonces
la vi levitando en el techo del living room. Siempre fue así conmigo, me matan
por culpa de un cómic japonés sin saber que yo soy una succubus qué intentó
vivir en paz con los hombres, sin comer su carne. Me arranca un pedazo de mi
anatomía mordiendo mi cuello con su mandíbula de tiburón. Prometí no comer
carne masculina pero esto es una limpieza a la sociedad. Los femenicidas tienen
un sabor celestial cuando tienen miedo.
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