sábado, 20 de junio de 2020

Ricardo E. Boscaro-Argentina/Junio de 2020


                                                      “Para la libertad, sangro, lucho y pervivo…”
                                                              Miguel Hernández (1910-1942
                                                       
                                   El dictador y la muerte

       El lugar era oscuro, como una boca de lobo. Allí estaba nuestro protagonista, temeroso y angustiado. Una potente luz caía sobre él.
Allí muy cerca de donde estaba, había un hombre pequeño, de frondosa barba, que lo observaba detenidamente.
      El dictador se paró e improvisó un discurso:
-Yo he sido un cruzado de la libertad, he luchado contra los enemigos de la patria; esos “rojos” impostores, impulsores de la destrucción de nuestra sociedad, de nuestro mundo occidental y cristiano. Los he eliminado por el bien de la república. El hombrecito esbozó una sonrisa y le dijo:
-Si supieras ..¿dónde estás?
-Calla. Todo lo di por mi gente ¿Y tú?..¿Quién eres?
El hombrecito, sencillo y pausado, le contestó:
-Soy tu memoria. Soy la memoria de todos aquellos que no han vuelto, de los niños sin nombre. Mi misión es recordarte lo que has hecho, por toda la eternidad.
     El dictador comenzó a sollozar.

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