DE LA EXCELENCIA A
LA GLORIA
En
la acción de valuar al talento artístico, en relación con el mundo en que se
vive; por ser el producto de la creatividad, para que se haga una justa
apreciación del horizonte de su ofrenda; es preciso no tener en cuenta ni los
grados y honores obtenidos en su formación académica, ni mucho menos la edad.
Es que el tiempo vivido no significa calidad o trascendencia. Se pude haber
llegado a los años de oro pero con mínima o sin ninguna huella imperecedera
para las futuras generaciones. Como también se puede ser joven pero con
creatividad que rompe esquemas. En este
caso tan especial se debe hacer hincapié
incidiendo solamente en cuál es su
aporte, influencia, innovación en el
arte, cultura y ciencia si fuera el caso. Lo demás es secundario porque se cataloga solamente las aptitudes que lo hacen
diferente a otros cultores de su especialidad.
Para
dar una mejor visión panorámica a mi reflexión, deje entrever que EXCELENCIA es sinónimo de grado eminente de perfección en lo que se refiere a una acción sobresaliente
en su clase. Lo que se merece gratitud y agradecimiento por siempre y sin lugar
a dudas su galardón y recompensa por la acción realizada. Por otro lado, la
palabra GLORIA se le define como bienaventuranza, fama merecida por sus
virtudes por la que conlleva a la persona a ser una celebridad. Sobre esta base
natural podemos afirmar con toda la
razón del mundo, que aquella persona que
marca diferencia; así sea un niño, se
merece los más altos distintivos por diseñar su propia hoja de ruta en base a
su afán de transformación, o al ser una fuente de cualidades naturales que lo
catalogan como un innato valor. Ahora,
si el criterio de calificación nace de alguna cofradía de turno, núcleo cerrado de apoyo partidario pleno de oportunismo,
personas dependientes de alguna razón superior que le da la vida, donde el amiguismo esta por encima de los
ecos intelectuales; cualquier cosa se puede esperar. En este caso el concepto,
ni el objetivo esta claro y poco importa la generación de nuevos valores, sino
solamente quedar bien por el momento y hacer creer que hay una gran
preocupación por lo que ocurre en el pueblo. Esta nula forma de existencia y de
justificación de falsos ideales es la
causa principal por qué a través de la historia, los cultores de los efluvios
espirituales están relegados al olvido, a la ingratitud e indiferencia y tan
solo sujetos a homenajes después de muertos. Más los que menos se merecen la
palestra, gozan de una altura que le queda grande ante los verdaderos adalides,
que le arrancan una sonrisa o le dan sano esparcimiento a los grupos
humanos. La vida esta plegada de
injusticias y justamente por ellas, muchas veces truncan el nacimiento de un
artista que puede dar mucho que hablar
pero por la escasa valoración que existe, prefiere dedicarse a otras
actividades y se pierde lo que puede ser con el tiempo un baluarte sin igual en
el firmamento del arte integral. Es preciso que cada cual se desempeñe en lo
que realmente rinde con calidad o de acuerdo a su saber innato para que genere
una esperanza de realización en su entorno. No digo que cada cual trabaje según su carrera porque como todos
sabemos hay casos de profesionales sin vocación, con títulos y grados que solamente ellos
saben como lo consiguieron, lo que no garantiza
una labor eficiente, por tener amor más al oro que a las causas nobles
de la sociedad. Por eso considero que la consecución de ideales tan solo será
posible si hay visión universal y sin
vano materialismo, se hace acopio de humanidad y optimismo y se trata de ser
propulsor de la justicia, la paz, el amor
y libertad absoluta y de perennizar
huellas para la posteridad.
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