jueves, 22 de noviembre de 2012

Luis Tulio Siburu-Buenos Aires, Argentina/Noviembre de 2012


PENURIAS DEL SIFON                                  

Un bar porteño cualquiera. Tardecita de viernes de marzo. Ultima semana de verano. Detrás de la medianoche del domingo acecha el otoño. En pocos momentos estarán llegando los habitués de la ceremonia del vermouth.
Como soy absolutamente necesario, yo ya estoy colocado sobre la mesa. Me llamo Sifón, soy de género masculino, aunque a veces me dicen “la soda”, porque confunden el contenido con el continente. Desde esta posición privilegiada voy a tener el gusto de ver y escuchar a estos cuatro parroquianos mezcla de soberbios, sabelotodo y cerrados, aunque se crean informales y modernos u otra cosa, cualquier cosa, menos responsables.
Ya se sienta el Flaco Alvarez, hijo de español esforzado que le dejó de herencia un almacén devenido en pequeño supermercado y un colchón que era imposible de descoser por tantos billetes guardados dentro. Alvarez trabaja poco, su esposa e hijos manejan el negocio.
Llega el Guille Güenzatti, nieto de oficial de albañil italiano que se deslomó con ladrillos y mezclas de material pero que pudo levantar con el tiempo una constructora e inmobiliaria para sus descendientes. Güenzatti trabaja poco, sus padres administran la empresa.
Aparece el Bocha Podolski, el mas joven de varios hermanos. El mayor se recibió en el Otto Krause y montó un taller mecánico familiar con moderna infraestructura y muchos clientes y después se fue a vivir muy bien a Alemania. Podolski trabaja poco, los otros hermanos atienden los automóviles que ingresan.
Por último arriba el Tito Martínez, descendiente de viñateros e industriales mendocinos que escogieron excelentes cepas y tuvieron varias buenas cosechas, pudiendo ubicar su vino con gran éxito en Estados Unidos. Martínez trabaja poco, puso empleados en la bodega.
-Vamos mozo, que pasa con la picada, no te olvides poner algo de salamín tandilero. Dos Cinzanos y dos Gancias , uno de éstos con limón. Y traé también de paso el fernet …parte el pedido con voz estridente y autoritaria de uno o más de ellos, como si fueran los únicos en el bar a quienes tuvieran que atender…
Yo los miro desde mi vertical o a veces inclinada posición, según como acostumbren a descargar la soda sobre el vaso, a noventa o cuarenta y cinco grados, acto que según ellos es esencial para preparar un buen vermouth. Comienza la polémica sobre quien ganará la quinta del sábado en Palermo, que el 46 ya salió tres veces a la cabeza en una semana y es sospechoso, porqué Batista no pone a Tévez, la farsa de Gran Hermano, el cuerpo de Shakira, el anticuerpo de Fort y diez temas más que esa mañana miraron de reojo en el diario o escucharon por la radio bajo la ducha. O sea “conocimientos profundos” todos prendidos con alfileres pero “suficientes” para disentir con el que está a la izquierda, ponerle el pie encima al de enfrente y  sobrar al que está a la derecha, en una desenfrenada discusión que parece armada, donde nadie escucha a nadie pero todos niegan al otro, mientras se consumen los ingredientes de los platitos.
Desde la mesa cercana, ocupada por el Doctor Sánchez, el Maestro Franzoni y el Abogado Canale, todos con el saco del traje colgado de la silla, camisa abierta por el calor y corbata floja, muestra de volver recién del Consultorio, el Colegio y el Estudio respectivamente, les llega una pregunta inquietante ante la vergüenza ajena por tantas incoherencias y banalidades……..
-Escuchen……ustedes cuatro..…¿alguna vez van a dejar de hablar tantas gansadas….nunca algo interesante, constructivo?…. 
Silencio. Les han tocado un punto débil. Todos me buscan a mí, aprietan mi pequeño bracito hasta que se me acaba la soda y miran hacia otro lado. Paso a ser el personaje del momento, la preocupación inmediata…..
-Falta soda mozo, traiga pronto otro sifón…
Mi reposición se torna angustiante porque es el único argumento de simular estar ocupados ante la alternativa de tener que contestar algo para lo que ninguno tiene respuesta. Por suerte tienen mucha habilidad o caradurez para hacerse los sordos, olvidarse de todo y poder entrar mañana, pasado o todos los días, de vuelta al bar y sentarse junto a mí, el sifón, a esperar que el mozo les traiga el vermouth y que el mundo siga andando como un carrousel de pequeñeces, sin demasiado vuelo, con el mínimo esfuerzo intelectual.
 Al lado de ellos yo, el Sifón, salvando las distancias entre persona y elemento, me siento mas útil, aunque sea rebajo con la soda el Cinzano o el Gancia, para que éstos energúmenos no sean llevados presos por control de alcoholemia

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Retribuyo atenciones. Me gustó tu cuento,buena descripción del entorno. Personajes entre pintorescos y creíbles. Original crear como protagonista al "Sifón", siempre presente en las mesas de tiempos pasados.

Marta Susana Díaz dijo...

Luis:
Está buena la idea de escribir en base a lo que ve un objeto. Y la descripción de los personajes de café, que hablan de cualquier cosa sin ahondar en nada. ¡Me gustó!

Anónimo dijo...

Luis,
Me gustó mucho el relato del "sifón". Acostumbro a ponerne en el escenario interno de las cosas. Muy bien descripto lo que "siente" el objeto-centro del relato.
Felicitaciones.
Un abrazo, Laura.

Beatriz Minichillo dijo...

Original versión Luis, del objeto sifón como personaje del cuento enmarcado en los diálogos. Sutil ironía sobre una realidad.
Beatriz Minichillo

Beatriz Minichillo dijo...

Original versión Luis, del objeto sifón como personaje del cuento enmarcado en los diálogos. Sutil ironía sobre una realidad.
Beatriz Minichillo