El silencio
Enfatiza ausencias,
las alimenta con su
mansedumbre
o su discordia,
las corroe
como un ácido potente
y las lanza
hacia lo díscolo,
lo innombrable,
lo profano.
Recorre la piel
como una caricia
y al mismo tiempo
interrumpe
el latido de la sangre.
Absorbe las prreguntas
y las echa al fuego
como papeles inútiles.
Abraza, hostiga,
amanece, fulgura
y allá en lo alto
deja ooir su acorde
en una disonancia magnética.
Circula entre las venas
cansadas, ardidas
y se dibuja
con un trazo árido.
Se extiende
poderoso
y se disuelve
en un semen tristísimo
sobrre la tierra virgen
que lo acoge en su seno.
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