viernes, 23 de agosto de 2013

Nora Agustino-Comodoro Rivadavia, Provincia de Chubut, Argentina/Agosto de 2013

                                     El mar


Cuando los problemas cotidianos me superan, cuando la angustia crece,

cuando nada está claro en mi mente, me refugio en el mar.

Contemplando el vaivén de las olas se abre un abanico de colores para dar

lugar a mis fantasías. Junto a mi musa inspiradora  logro escribir poemas o

mágicos cuentos.

Si el mar es apacible,  mis pensamientos se convierten en sutiles y dulces

palabras para versos de amor.

Una borrascosa tormenta sondea mi mente y reviven recuerdos de una lejana

Infancia, escribiendo una crónica para reír o llorar.

El sol reflejado en el agua me llena de luz, y crecen a borbollones

pensamientos dormidos,  para una oración de perdón o agradecimiento.

Solo el mar necesito para aliviar las penas, para curar heridas y recobrar la

calma. Entonces tomo mi pluma y puedo escribir lo que me dicta el corazón 

con la simpleza del alma.

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