lunes, 22 de abril de 2019

Ariel Bermani/Abril de 2019


Siempre estuve nadando
en piletas vacías
con el verdín y los bichos
de todo tipo
incluso pájaros muertos
pegándose en mi piel.
Desde el trampolín
con las manos llenas
del óxido
que brota en la escalera
voy a intentar un clavado.
Ya no le tengo miedo
a casi nada
no creo que el posible impacto
de mi cabeza contra el cemento
pueda asustarme.
Fui un mal padre
un pésimo hijo
un escritor del montón
nunca aprendí a escuchar
el canto de las pájaros muertos
ni a la chica que más me gusta
en toda esta puerca vida.
Pero cuando esté nadando
voy a volver a sentir
que alguien
no sé quién
decidió
finalmente
y una vez más
perdonarme.

tomado del Facebook

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