lunes, 22 de abril de 2019

Franklin Pernía-Venezuela/Abril de 2019


Mi novia

Recuerdo cuando comencé en el hospital, nunca había trabajado horario nocturno.  El supervisor me presentó a los demás, nombró los servicios e impartió instrucciones; por el cuchicheo y algunas risas disimuladas, supe que el viejo edificio era el peor servicio. Me dirigí a mi área asignada. La vieja edificación fue el hospital en sí, pero la modernidad lo relegó a las actividades administrativas y estudiantiles. Al personal que entregaba le recibí sin novedad. A las nueve salió el último grupo de alumnos y profesores, cerré y verifiqué el área de aulas. Eran las once y el sueño me vencía, decidí dar otro recorrido, está vez desde el piso cinco. Tomé mi linterna y subí en el ascensor. Casi culminaba mi ronda cuando escuché unos pasos, aunque sentí miedo, recordé al supervisor "hay alumnos que se esconden para hacer sus inmoralidades". Provenían de una sección oscura, encendí la linterna. De pronto vi una enfermera, la llamé y no atendió. Llegué hasta donde entró y la puerta estaba cerrada. Ahí el miedo me atacó. Retrocedí, volvió a aparecer. Era hermosa, su uniforme antiguo, rodeándole una sutil fosforescencia. Pasó a través de mí dejándome una sensación extrañamente agradable. Desde ese momento con cada noche, ya son cinco meses, me enamoro más.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

En un espacio breve, el escritor logró una historia concisa y elocuente; gran virtud en un literato.

Muy buen cuento.

Franklin dijo...

Muchas gracias amigo por tus palabras. Me agrada mucho que te guste mucho mi microrrelato

Alana dijo...

Me encantó su micro-cuento, excelente. Me gustaría leer más de su trabajo.
Saludos