lunes, 22 de julio de 2019

Miriam Brandan-Estados Unidos/Julio de 2019


PROMESAS MUERTAS

Fue en una tarde de otoño, en el umbral de mi puerta.
Dijiste que me querías, me pediste que te quiera
y mirándome a los ojos me cubriste de promesas.
¡Qué bien me sentí en tus brazos!… y sin sospechar siquiera
que tu alma era tan oscura… te dejé que me quisieras.
Y ahora…
Navegan a la deriva en un mar de oscura niebla
con los ojos entornados y las bocas entreabiertas
los espectros demacrados de tus álgidas promesas.
Me llaman con sus gemidos, tocan despacio a mi puerta,
las dudas me dicen que abra y mi lucidez, que no atienda.
Y a mis oídos tu voz, que ahora me suena ajena,
intenta con mil lisonjas que vuelva a creer en ellas.
Me dice que no es verdad, que no han muerto tus promesas,
que están ancladas en tu alma, que solo vaya por ellas,
que escuche a mi corazón, que él sabe que son ciertas
esas promesas de amor que me diste medio envueltas
entre caricias y besos, en el umbral de mi puerta.
¡Cómo quisiera creerte! Y confiar en tus promesas,
pero ellas son solo espectros de tu alma gélida y negra,
y mi corazón no entiende que si sucumbo ante ellas
me perderé en el abismo de tu mar de oscura niebla…
Porque aunque digas que no…
Tus promesas están muertas.

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