viernes, 17 de septiembre de 2021

Rosa Esther Moro-Argentina/Septiembre de 2021


 

Dedico estos poemas a la Dama del Lago 

y al tremendo misterio y poder del agua.

La que sabe

La que vive desnuda del otro lado de mi

Ojos abiertos a todos los vacíos

Me mira y pregunta por huecos sin abrir

Aguas desbordan desde lugares

de todos los tiempos

Ignorar no hace que la inundación se detenga

Se ha puesto muy vieja

Abre su mano oracular

ríe ríe ríe

Arranca pieles colgajos desorganizados

que caen

La carne esta viva

hay que sacar la basura toda la basura

que el agua corra sobre heridas

Postergados pedazos de infinitos seres

Hasta que mane la sangre limpia por otros cauces

Paisajes no determinados sin sueños aludos

golpeándose contra rejas de puertas abiertas. 

 

 

ME LLUEVO

Por momentos me lluevo

e inundo todos los territorios que recorrí

y ahora desconozco

Algún árbol me cobija

Algún tiempo me susurra

lo incierto de esos caminos

que están quietos en las sombras

Me lluevo arreciando en las vías sin transito

Un miedo vestido de tiza

me subraya que puedo quedar bajo las aguas

Busco a la niña trístisima

blanco delantal y pelo apretado

me mira con esos ojos que volví encontrar

en esos espejos que horadan hasta el hueso

Donde están todas mis todas

con tantas lluvias sobre los hombros

con tanto pulmón atrapando aires

en lo desconocido porque lo conocido

cierra el pecho hasta el ahogo

Nadie sucumbió todas nadaron

se vistieron a la moda y bailaron amaneceres

y rieron de ojos lobos que corrieron con ella

Me lluevo

Me inundo

Me ahogo bajo el agua

Me llega de a ratos el olvido

Lo rechazo

Lo maltrato

Se que mis manos se tienen que abrir y soltar

Me duele la saliva en la tibieza de la boca

en el impensable silencio de la tarde un pájaro

Me estiro fuera de mi y busco un vestido nuevo.

 Del libro inédito Crónicas de la sangre-2018

 

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