2 de abril
A mis queridos soldaditos
A los que lucharon y se quedaron
A los que regresaron y fueron negados
A las Islas amadas...
Un mar de cruces blancas
se hace llaga en el alma.
Los nombres se suceden
y los hombres aguardan.
Sus rostros se reflejan
en la quietud del agua
y en el viento navegan
sus calladas palabras.
No se han ido, allí están
los pioneros del alba.
No luchaban por paga,
ascensos o costumbre,
por nosotros estaban
y tomaron las armas.
Perdón a cada uno
de los hijos amados
que guardan en silencio
esas cruces tan blancas
y a los que en altamar
un huracán de fuego
les aquietó las alas
y les robó los sueños,
centinelas dormidos,
aún no es el momento.
Perdón por el olvido,
porque estaban tan lejos
y hacía tanto frío.
Perdón porque eran jóvenes*.
Y crecieron de golpe,
en el tiempo infinito
de la cruenta batalla
en horas fueron hombres
mártires en instantes
y para siempre héroes.
En tanto allá en el sur,
en las islas soñadas
un mar de cruces blancas
se nos queda en el alma.
*En la poesía original figuraba
"niños",
corrección que hice a pedido de ellos,
no se sentían niños.
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