SECRETO
Su reticencia
a enfrentar el tema resultó luego, muy evidente…
En aquella efímera
tarde gris, caminaban en silencio por la plaza del pueblo. Silencio que se
convirtió en una compañía recurrente…
Lejos de compungirse
con la apatía de Horacio, Susana decidió tomar las riendas del asunto y
lo encaró- algo poco habitual en ella-que siempre soportaba callada,
tanta indiferencia…
No hubo respuesta…
Cruzaron sin mirar…
Un centenar de vecinos esperaban, cotorreando, en la puerta de la
iglesia… Faltaban cinco minutos para la iniciación de la misa…
Las comadres, vestidas de negro como
gavilanes, formaban grupitos cerrados: cartera en mano, anteojos de sol; le
daban a la sin hueso despiadadamente. Nadie quedaba afuera.
Ella las miró con
cierta animosidad…
La centenaria
capilla estaba de fiesta. El hermoso campanario pronto se hizo notar, y
los feligreses fueron ingresando
al templo…
Horacio y Susana se ubicaron en los primeros
bancos. Él la tomó de la mano, para salvar las apariencias… ¿Qué dirían sus
padres si supieran la verdad? Que, en el fondo de sus corazones, ambos estaban
decididos a cancelar el casamiento…
Al terminar el oficio,
todos salieron al parque. Las mesas para la histórica celebración, lucían primorosamente
decoradas y con abundantes platos típicos, para degustar…
Sin embargo, algo
habría de suceder… Algo, que empañaría el festejo…
Silvia, la sobrina
del párroco, se acercó y le propinó tremenda bofetada…
El muchacho quedó perplejo…
El secreto fue
develado intempestivamente.
- ¡Me dijiste
que la ibas a dejar. Que hablarías con tus padres y suspenderías el compromiso!
Gritó la agresora…
Meses más
tarde, mientras leía el diario, Don Augusto comentó a su hija:
-No hay mal que
por bien no venga petisa. Al fin y al cabo, aunque tuviera mucha plata, ese pelele
no te convenía…. Hubieras sido una cornuda…
No hay comentarios:
Publicar un comentario