AMORES TRAIDORES
-Eh! -Las botellas de< guarapita>… yà las
traje! – vociferaba la , último amor del , conocido
como la . –La bebida està
fría… a tomar muchachos…!
Repartìa las
botellas entre los àvidos hombres del
clan; todos se apuntaban.
–Ya lleguè… -Dònde estàs mi rey…! – modulaba
su voz la seductora figura mientras entraba
con provocadoras zancadas cual odalisca. –Què bien…ya estamos sòlos…
serè toda tuya…! – desarmaba con sus intencionales gemidos y voluptuosidades
al desconfiado pran.
La
se derretía por ella.
-Por
aquí…reina...! -Mi caramelo! – respondia presuroso el encandilado
enamorado. Desbordaba pasión para saciar sus instintos.
-Ya voy… te darè
lo tuyo…! – insistìa la muchacha,a sabiendas que manejaba a su antojo al
hipnotizado sujeto. –Toma la<
guarapita>… yo la preparè…! – le obsequiaba con una taza de café, de las grandes, repleta del turbio
lìquido.
La
era un individuo de 45 años; purgaba pena máxima por una decena de homicidios. Temerario, no vacilaba en empuñar un arma
para eliminar a sus enemigos; se había labrado la jefatura del penal, gobernaba
sobre todo. El segundo de a bordo ,
Tobìas, alias , preso por
asesinato y actos lascivos contra una menor, era el segundo . A las 11 de la noche la estaba
en LA CUEVA, área dentro de la cárcel donde vivía como
cuartel personal, no penetraban allì los guardias o la autoridad judicial; eran sus dominios. Allì celebraban desde hacìa dos días, en
compañía de camaradas y mujeres, una de ellas,
. La noche anterior
–contaba uno de los recluidos- habían contratado mariachis y lanzaron ráfagas
de disparos al aire. La fiesta fuè para largo.
se había ganado la confianza del mayor, no
le costò mucho, a pesar de las escasas semanas de amorìos;
el hombre estaba emperrado con ella, volcaba su pasión complacièndola en
sus caprichos; se comportaba como un adolescente enamorado. Confiaron los
miembros del clan para que la chica
preparara el aguardiente, una
fòrmula casera; ni corta ni perezosa la hábil cocinera trajo varias botellas;
había suficiente para todos. Se
presentaba la madrugada apacible; la
pareja de novios se extasiaba con sus
escarceos carnales en la CUEVA,
mientras los y el custodiaban las cercanías. Bebieron todas las botellas del preparado
alcohòlico; aùn sin dormirse o perder
las habilidades se sentían bajo los
suaves y embriagantes efectos de la
bebida. La febril pareja se sumìan en
sus amores, se oían los gemidos de la cortesana, en hábil artimaña para
despertar el orgasmo del jefe y la
lujuria de los secuaces como testigos.
-Coño!- Què bien
la pasa el jefe…! -Què mujer…!- comentaban los vigilantes del .
-Cuidado con las
ganas…! – sentenciaba el , tratando de mantener la custodia.
Habìa un
silencio tan sòlo transgredido por los agudos cantos de los grillos. Los de la fumaban
espantando el insolente desgano.
Pasò cierto
tiempo…
-Mi Rey…! Mi
Rey…! Hay algo en el patio… me
asusta…! - se sobresaltò la ardiente
amante. Bruscamente se apartò de la para generar un
dramatismo.
-No oì nada…!- respondió la ,
contrariado con el bajòn carnal provocado por
los testimonios de la compañera.
-No sè… puede haber algo… quièn sabe…muchos te envidian …! – insinuaba
la mujer para inquietar al mayor. –No te puedes descuidar…!-
sentenciò.
Coño…mujer…! Tù
y tus miedos…! – finalizò el
hombre, colocándose los pantalones.
Saliò la
con sus hombres al patio; los luceros iban armados. Revisaron por encima, no había nada extraño,
de regreso iban pasando por un sector bautizado como , aunque
allì no funcionaba nada de salud. El
tercer pran del penal, Cubillas ya tenía lista la traición, obsesionado por
celos de poder y envidia. La
no estaba alerta con sus pupilos ya que el sitio por donde
transitaban era restringido para el grupo.
Los portaban sus granadas, además de armas de fuego, no
tuvieron ocasión de usarlas, pues al percatarse de la emboscada, ya estaban
tiroteados. El , al escuchar los tiros corrió al
lugar, con dos de sus escoltas. Los
secuaces de Cubillas le apuntaban y exigieron rendirse de inmediato; èste vacilò,
con ràfagas de tiros fueron ultimados. No hubo enfrentamiento como tal,
no cayò ni un sòlo hombre de
Cubillas. Fuè una operación limpia y
puntual para neutralizar a los dos
antiguos . Cubillas tomaba asì el control de la cárcel. Del fondo de la CUEVA salìa tranquilamente
la ; aùn en la penumbra mantenía su contorneo de caderas; paseaba
entre los inertes cuerpos, satisfacía su
curiosidad mórbida. Cubillas se acercò a
ella, la abrazò:
-Bien hecho… mi reina… la operación fuè perfecta! -No hay saldo de heridos o muertos…!
Mientras
apurruñaba a la mujer se oyeron tres disparos. Caìa Cubillas moribundo.
-Corto fuè tu
mandato…Cubillas! - Eres la única baja…!
– con desdèn sentenciò la gélida fémina pistola en mano.
Un cambio de
mando ocurrìa …
La
era santero, tenía un altar en la CUEVA. Luego de tirotearles, los
antiguos pranes recibieron una cantidad de puñaladas y batazos.
-Sòlo asi morirán
de verdad… ahora estarán< cruzados>…!- dijo la nueva soberana.
Todas las semanas
iba un sèquito de brujos a practicar
ritos con la y el ; traìan aguardiente . Todo seguía, en apariencia,
como siempre; días después fueron quemados los santos del altar de la
y hasta aquellos que se escontraban en una capillita a la
entrada del penal. Bastaron pocas horas
para llevarse de la CUEVA
los enseres, equipos y cuanto material hubiere allì. Aseguraba uno de los reclusos, a voz baja,
que el antiguo jefe tenía una gruesa suma de dinero en moneda local y divisas;
el atesoraba unos kilos de oro en cadenas, anillos y esclavas.
Todo se esfumò! Se aceptaba la nueva
jefatura,aunque no se le juramentase en solemne acto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario