miércoles, 7 de febrero de 2024

Norberto Ramazotti-Argentina/Enero 2024


 

Todo cambia

 

-Perdón, mozo. Ya que se fueron las dos señoras que ocupaban esa mesa, me paso yo allí. ¿Si? ¡Ah! Y… tráigame otro café, por favor.

           <Justo. La misma mesa en la que nos reuníamos. Lejos de la ventana y cerca del baño, por si había que romper con urgencia algún papel y tirarlo al inodoro.

           Hacía mucho tiempo que no venía por acá. Si no me equivoco, desde que… si, poco después del golpe fue la última vez. Recuerdo que, en aquel momento, cambiábamos muy a menudo los lugares de cita.

           No se qué me pasó. A ver, creo que si lo sé. Ayer a la mañana escuche en la radio, de casualidad, tratando de enterarme del pronóstico del tiempo mientras tomaba un mate antes de salir de casa, una canción de la negra Sosa. Y eso me conmovió.

          ¿Me parece a mí o la tienen un tanto…olvidada? Ya no se la escucha como en aquella época, ¿no es así? Claro que ya no está, pero ¿Quién dice que no está? Me metí en el yutu y encontré un montón de canciones de ella. La primera que surgió, ¿casualidad o causalidad?, fue aquella que decía: “Cambia, todo cambia…”, y me dio un vuelco el corazón. Después, seguí escuchando, como embobado, una tras otra:” Gracias a la vida”, “Las manos de mi madre; “Como la cigarra”. ¡Ah! Y también aquella, la de Piero, la que decía “Soy pan, soy Paz, soy Mas”.

             Un verdadero monstruo la negra. Para nosotros, bueno, al menos para mí, era como una bandera. Había otros muy buenos, también, por ejemplo, los Quilapayun. O Violeta Parra, Guarani. Y…¡Buenos Aires Ocho!¿Te acordás? Pero como la negra Sosa, ninguna.

             Entonces, me dieron ganas de hablar de todo esto con alguien. Con alguien que me entendiera, sabés. Alguien como vos. ¡Lástima que ya no estes en este plano!

             Es por eso que vine hasta este bar. Porque, compartimos algunas cosas vos y yo, no muchas, es cierto, pero cosas de esas que te dejan marcas. Por ejemplo, los fines de semana encerrados descubriendo libros que nos hablaban de la utopía de un mundo más justo. ¡Pichones de revolucionarios intentando cambiar el mundo! O, Ezeiza, ¿te acordás? ¡Que cagazo ese día! ¿Y del veinticinco, cuando asume el tío Cámpora? ¡Sabor a Gloria en la Plaza de Mayo! Llena desde la noche anterior, sonaban campanas, la gente llegaba y se echaba a llorar de felicidad por el regreso del Líder al gobierno. ¡Y después Devoto! ¡Ja!

             De las feas también tuvimos unas cuantas. Me viene a la memoria cuando mataron a Armando en la marcha de Once. O la tarde que nos cagaron a palos en Avellaneda. O aquella vez que, como tantas otras, salimos a pintar en contra del posible golpe militar y, a pesar de que estábamos entrenados en correr de la cana, esa vez nos pescaron, pero nos dejaron ir porque los taqueros eran perucas. ¡Tantos recuerdos!

            ¡Ah, pero éramos jóvenes! Siempre con ganas de fiesta, baile, guitarreadas. ¿Te acordás de Miguelito? ¡Qué bien cantaba! ¿Y la vez que me metejonie con aquella compañera rubia, tan bonita? Hasta una canción le escribí. ¡Como me gustaba! Pero ella ni bola.

             Tantas historias. Como dicen, tanta agua bajo el puente.

             A la distancia, me duele recordar cuando rajé de la fábrica en la que militaba porque me dijeron que podía ser boleta, si después, me comí un balazo de dos pendejos faloperos trabajando de noche en un taxi. ¡Pero que boludo! Estaba escrito. No podía zafar del cuetazo. Y menos mal que todavía lo puedo contar.

            Hoy, comprendo que las épocas son distintas, que las historias son otras, que todo cambia, como dice la negra. Yo también cambié. Y mucho. No solamente por estar viejo, pelado y gordo. Como sea, a mí la vida me trató muy bien. Tengo hijos, nietos. Pero me jode esta mesa vacía, y eso ya no lo puedo cambiar, como canta Mercedes. Y me falta alguien como vos, alguien que me diga, como también canta la negra, esa que era de Piero, ¿te acordás?:

                  “…vamos, decime, contame

                   todo lo que a vos te está pasando ahora

                   porque sino cuando está el alma sola, llora.

                  Hay que sacarlo todo afuera, como la primavera;

                  nadie quiere que adentro algo se muera.

                  Hablar mirándose a los ojos,

                  sacar lo que se pueda afuera,

                  para que adentro nazcan cosas nuevas…”

 

               Me faltan varios, aunque haya un poco de justicia, ¿entendés? Y me hace falta alguien como vos para exorcizar a los Viejos Fantasmas que parece que hoy están volviendo. Y me falta la Negra Sosa. Carajo.

                 

                 

            

          

        

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