ÁNGELUS
Se van cerrando
los párpados de la noche
en desvaídos reflejos.
Los rayos del sol
mueren apretados
en las primeras sombras.
Es la hora del
Ängelus.
Las campanas repican.
en los callejones.
Sus ecos revolotean
como ayes de dolor.
El silencio vuelve,
se entroniza,
tiene color, es ceniza áspera.
En el turbio espejo del recuerdo
se estremece el alma.
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