Una nube blanca
Quedó tendida en el
pasto, sintiéndose la más desgraciada de las criaturas. Sus ojos miraban los
oscuros nubarrones que poco a poco iban capotando el cielo que lentamente le
alejaba el horizonte. ¿Por qué todas estas cosas le pasaban a ella? Su madre
que siempre festejó sus fantasías y acompañó sus sueños, la había abandonado.
Su padre, con quien nunca tuvo una relación muy afectuosa apoyó a su hermana
mayor. “Ya tendrás tiempo, ese muchacho gusta de tu hermana y ella le corresponde. Deja que el tiempo
haga lo que debe hacer. Algún día encontrarás el hombre de tus sueños y…” Sacudió la cabeza intentando huir de estos
pensamientos. Miró alrededor. Los ojos curiosos de una lechuza la observaban
desde el alambrado.
Arriba, llegando al horizonte, una nube blanca, sólo
una, se abría camino entre los negros
nubarrones. La miró sorprendida, sus contornos se afinaban, ya no era una nube,
era una flecha. Paso a paso la punta iba perforando y abriendo camino. Por cada
grieta se colaba un halo de luz azul.
Un sopor tibio comenzó
a subirle por los hombros, trepó la
garganta y se acostó en sus párpados.
Sintió el frío del agua
en su rostro. Intentó levantarse. Estaba aterida. Llevó las manos al rostro,
empapado de lluvia. La frescura del agua la despabiló.
Tomó el camino de
regreso. Su padre tenía razón. Después de todo el novio de su hermana no le
gustaba tanto.
2 comentarios:
Que bueno Lilia, me regustó!!!!!!
Contás muy lindo !!!!!
Beso Jóse
LILIA: creo que pasa más seguido de lo que uno cree. Debe ser algo muy feo, para sentir.
Te abraza, Laura Beatriz Chiesa.
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