Diálogo Final
Rainiero hombre guapo y de pocas
palabras, camina por el pueblo de Salsipuedes, solo .Con el pucho apagado. La
mirada de este hombre es vacía. La vida lo había probado en tantas, que decidió
una mañana de invierno lluvioso, dejarse morir de a poco. No hablaba con nadie.
Nadie hablaba con él. Salía a la vereda temprano ,se sentaba en la butaca de
mimbre , tomaba dos o tres amargos acompañados de una galleta marinera .
Al rato , volvía a abrír la puerta de calle, viéndola desolada , abandonada.
Cerraba y lento iba rumbo al fondo, donde tenía una pequeña huerta, con
lechuga,batatas, tomates y muy al rincón había armado un pequeño espacio , en
el cual tres gallinas y un gallo elegante, le dejaban todos los día dos o tres
huevos.
Así todas las mañanas y al llegar el mediodía
, volvía a la casa a poner en una vieja cacerola de barro : un poco de agua ,
arroz , sal, y un pedazo chico de carne.
Mientras esperaba que se cocinara,
volvía a abrír la puerta de calle, prendía un pitillo de cigarrillo
sucio y miraba hacia afuera, como esperando la llegada de alguien.
Nunca le dijo a nadie que él, había
estado preso en Devoto quince años. Había matado al hombre que encontró en su
cama, desnudo arriba de su mujer, también desnuda.
El tiempo de estar preso decreció, por buena
conducta y por no tener antecedentes.
Al salir de la prisión, era otro hombre
muy distinto al que entró.
No solo lo cambió la cárcel. Nunca se resignó
a ser engañado. Además de por su esposa, por el mejor amigo.
No era hombre salidor, menos aún de buscar
mujer. Estaba avejentado, su rostro se había endurecido y con el pucho
siempre apagado de costado en la boca, lo hacía parecer a James Dean , un poco
mayor.
Algunas vecinas, rumoreaban la facha de Don
Rainiero. Angelita , la más joven de las tres, una tarde clara y fresca
de otoño, llegó a decir : "este hombre me da lástima, su ropa la lleva un
poco sucia , igual que los zapatos". Hortencia ,vieja pilla, le
contestó : " a mi me parece que bañarlo y dormir con él una siestita te
gustaría" .
Los días pasan despacio en Salsipuedes.
No hay novedad para comentar. La llegada del verano los sorprende con fuerte
calor.
Nunca en los pueblos chicos, pasan los mismos
hechos que en las ciudades.La gente no es la misma.
Las costumbres son distintas.La siesta en un
hecho más allá de lo cotidiano.
Las hojas de los árboles no solo caen , sino
que se desploman ejerciendo vueltas y vueltas, previendo el final. Todo es
distinto. Respirar ese aire puro, es un regalo a los pulmones.
Claro que los hechos son distintos. El
espacio, el cielo al anochecer, acerca las estrellas. Los hombres se miran a si
mismo ; se ven ...se ven...no son criaturas errantes aboliendo días, como los
de la ciudad.
A Rainiero , todo le daba lo mismo.Se conocía
demasiado. Se había perdonado, pero también se había castigado. Nada le atraía
, no existía la sonrisa para él , la había abandonado la vez que mató por amor.
Hasta ese momento, era un ausente de si
mismo.Soñaba con desaparecer.¡ Todas las noches el mismo sueño lo acorralaba,
lo iba minando!.
A la llegada del invierno, presumió que otra
mujer lo sacaría de la locura en la que se sentía. Una noche , al finalizar
junio , se acordó de lo que había escuchado en el boliche de Don Ramón "
el paraguayo" : " La Angelita , es la más cara, pero con ella
hasta el apellido perdés ".
Se bañó lento, se puso el único pantalón
limpio y camisa blanca de mangas largas. Al terminar, se acordó que no se
había afeitado. Se sacó la camisa, tomo la vieja hojita Gillet, la afiló
en el vaso de vidrio. Se afeitó y se terminó de vestir. De la mesita de luz ,
agarro $ 300 pesos y salió caminando con temor, a lo de La Angelita.
Al llegar , la noche ya había llegado al
pueblo : fría, silenciosa, con unas pocas gotas de lluvia. Dobló el dedo índice
de la mano derecha y golpeó dos veces.Nadie respondió.Esperó. Sacó una
cigarrillo negro , lo encendió y se apoyó en la pared. Pensó que no estaría
esta mujer. Estaba terminando el pucho, cuando se abrió la puerta , saliendo
apurado el monaguillo de la iglesia de Río Ceballos. Se miraron y sin saludar ,
a paso rápido desapareció.
Al rato , golpeó de nuevo y escuchó la voz de
La Angelita que dijo : " está abierto Don Rainiero, entre nomas ".
Estaba sentada adelante de la cama, las
piernas cruzadas y una bata de seda roja, cubriéndole un poco su cuerpo.
Rainiero la observó, callado y con el
pucho apagado entre los labios. La bata de seda cubría muy poco sus enormes
senos, casi se le podía ver el pezón del derecho. La bata roja cubría sin
llegar a las rodillas.
---Buenas noches Don Rainiero---
Él la observaba , callado, de pie y el rostro
duro, sin manifestar nada.
---Buenas Angelita. ¿me puedo sentar a su lado
?---
...Por supuesto. Hace mucho que lo espero--
Charlaron toda la noche y la luz del alba,
entró por una ventana grande un poco entreabierta
. Escucharon el canto de un bicho feo.
El día se anunciaba con sol y sin frío.
Salsipuedes comenzaba su andar aletargado y las campanas de Río Ceballos se
oyeron muy suaves, abriendo el silencio de dos pueblos de futuros humildes.
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