MI AMIGA SOLEDAD
Querida amiga de mis horas tardías,
dulce compañera del reposo y del hastío,
quisiera darte luna y estrellas
para recompensarte del destierro
que dioses celosos del Olimpo
en ave errante te han convertido.
Gracias, amiga mía,
por abrirme una ventana,
acompañada por mis sombras
y muchos rostros perdidos.
Hoy te acojo en mi rincón
del pequeño espacio permitido.
No me hables ni me escuches,
pues yo te escribiré mil cosas
de mi mente atiborrada,
rebosante de emociones,
surgidas de un espíritu afiebrado.
Gracias, amiga mía,
por abrirme una ventana,
acompañada por mis sombras
y muchos rostros perdidos.
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